JOAQUÍN CARBONELL

,--¿Cree que este tipo de reporterismo sufre cierto declive?

--Por el lado comercial, está en decadencia, es cierto, y hace que el fotógrafo se deteriore tanto. Pero al final volvemos a valorar lo que es realmente bueno.

--Se van perdiendo los grandes soportes para este tipo de periodismo: periódicos, revistas.

--Sí, yo he vivido la época dorada y ahora me considero un privilegiado porque puedo seguir trabajando para grandes medios. Pero hace 25 años que vengo escuchando la misma cantinela, que esto se hunde...

--¿Qué panorama contemplamos ahora?

--Una forma de ahorrar costes es que el fotógrafo haga de todo: escriba, haga fotos y maneje un vídeo: es lo que se llama el profesional multimedia, que yo llamo multimierda, que no hace nada bien, que no se centra.

--¿Todo eso es porque a las empresas en realidad no les interesa en exceso la calidad final?

--Sin duda; la calidad del producto que manejamos está en baja. Pero te digo una cosa: cuando he cubierto ahora recientemente los sucesos de Egipto, siempre me encontraba a los mismos.

--¿No está pasando en estos frentes algo como en el Everest, que hay fines de semana donde no se puede circular?

--Demasiados fotógrafos en el frente de guerra, ¿no? El abaratamiento en la tecnología ha animado a mucha gente a hacerse reportero, es cierto.

--¿Hay guerras más fotogénicas que otras?

--Hay guerras no fotografiables, porque no tenemos acceso a ellas: Siria es el caso más reciente; no hay fotógrafos, no los permiten, solo hay móviles. El otro es Afganistán, donde solo puedes estar en el bando americano.

--¿Hay vanidad en este tipo de trabajos?

--Claro, he pasado por esa fase; de ver una foto tuya y pensar que es buena. Pero me he vuelto muy talibán en el aspecto ético de este trabajo: nosotros somos periodistas, no artistas. Estoy dispuesto a quitar ni nombre de mis fotos y dejar solo el de la agencia. No me interesa el arte, me interesan las víctimas. Mal vamos cuando el periodista es el protagonista.

--Y todo comenzó en Perejil...

--Eso es; yo estaba en un medio muy modesto en Cádiz y me enteré del asalto al islote de Perejil por Marruecos. Allí me fui por mi cuenta, y me encontré con una especie de guerra de Gila, donde todo era surrealista. Yo era el único fotógrafo español...

--No me diga...

--Y me empezaron a publicar fotos en todos los medios. Ya me consideré un profesional, un fotorrerportero de guerra, ja, ja. Ese fue mi bautismo.