Encarna Sejas es empleada de la limpieza pero su tiempo libre siempe había querido dedicarlo a la agricultura. "Tenía el sueño de poder montar mi propio huerto, pero siempre tenía el problema de necesitar un terreno", recuerda. Desde que el consistorio le concedió una parcela de 80 metros cuadrados no ha parado de trabajar en él. "Hemos construido absolutamente todo, las vallas, los postes para las plantas de tomate. Todo", explica con energía Encarna.

Aunque ella sí que pertenecía a una familia que había trabajado en la agricultura. "Mi abuelo tenía un huerto y mi suegro también, así que mi marido y yo siempre hemos querido tener uno aunque fuera pequeño".

Los huertos de Casetas no son utilizados simplemente con un interés agrícola, sino que sirven para crear comunidad. "Me encanta la ilusión y la iniciativa que tiene la gente", indica, quien comparte sus tardes con "parejas jóvenes que están empezando y gente mayor que siempre ha tenido huerta".

Esta comunidad que se ha creado en Casetas les ha llevado a decorar la caseta que preside las parcelas con un dibujo creado por dos de los propietarios. "Cada uno aporta una idea novedosa para mejorar cada día la manera de trabajar".