El campus universitario Río Ebro, habitualmente repleto de ingenieros de distinta condición, lucía ayer un aspecto especial ante la llegada del Challenge Brains Laboratory 3.0 de Nokia. Estudiantes de Publicidad, Márketing o Derecho invadieron los habituales pasillos ocupados por técnicos especializados en industriales o telecomunicaciones con un objetivo: adjudicarse los 9.000 euros que la organización entregará al grupo de trabajo que mejor juego para móviles desarrolle de entre los 500 participantes.

Junto a los intrusos de letras también hubo muchos ingenieros. De hecho fueron mayoría en un cocurso con una amplia representación de alumnos de la Universidad de Zaragoza. No obstante, también hubo universitarios de Madrid, Navarra o Cataluña. El certamen, que celebra su tercera edición, aglutina a todos los universitarios que crean que con una idea pueden ganar el premio. Pese a lo técnico de la propuesta, los participantes solo tienen que desarrollar la idea. Lo que permite el paso de licenciaturas ajenas a un área tan especializada como las aplicaciones móviles.

Durante la tarde de ayer el medio millar de inscritos se dedicó a pensar en un juego que fuera original y adaptable a cualquier plataforma móvil. "Se valorará que sea atractivo visualmente, que sea adaptable a plataformas, la jugabilidad, que sea adictivo y que se pueda jugar en ratos muertos", explica uno de los técnicos que supervisarán las propuestas de los alumnos, Javier Fernández, profesor de la Universidad de Zaragoza.

Fernández es uno de los muchos expertos que delimitaron las pautas que los universitarios podían seguir en sus planteamientos o no. "Nosotros tenemos que ver si es posible que tenga aplicación para móviles o si sería mejor enfocarlo de una manera o de otra", añade. Ayer se hizo una criba de 24 proyectos. Mañana el jurado escoge al ganador y el lunes se entrega el premio.

Como las condiciones de los juegos se marcaron a las 14.30 horas, momento en el cual todos los inscritos comenzaron a trabajar, la mayoría de los estudiantes no tenía previsto nada concreto antes del inicio del concurso.

"Hemos venido a la aventura", explica Jesús Sirera, estudiante de primero de Ingeniería de Diseño Industrial en Zaragoza. Su grupo de trabajo lo completan tres compañeras de clase. "El objetivo es hacer cosas nuevas, pasarlo bien", relata una de ellas, Alba Pardos. "Yo en realidad no he venido por el dinero", asegura Jesús, "sino por el orgullo personal".

Todos ellos participan por primera vez. No es el caso de Luis Serrano, alumno de tercero de Ingeniería Química Industrial, que ha concursado en todas las ediciones. "Es algo muy dinámico y muy bien organizado", recuerda, mientras destacaca el valor de trabajar con compañeros y amigos. "Teníamos pensado algún tipo de juego de preguntas, pero nada concreto", asevera Saúl Izquierdo, otro participante, poco antes de comenzar la prueba. Su objetivo es el mismo que el del resto: conseguir que se elija su idea como la más original, divertida y funcional y llevarse la suculenta recompensa.