"Nadie me ha avisado, pensaba que se podía pasar". Así explicaba el pasado lunes lo sucedido el conductor de TUZSA que quiso hacer un cambio de sentido atravesando el bulevar de Gran Vía para retomar su itinerario en la avenida de Goya. La pregunta que las decenas de curiosos se hacían era evidente: ¿Cómo es posible que ese autobús hubiera llegado allí? Explicar la maniobra es casi una misión imposible.

Las palabras del chófer tenían sentido. Este conductor lleva años en la línea 40, en los distintos itinerarios que ha tenido con el tranvía. Ha conocido todas las modificaciones, incluso la última, la de girar en la avenida de Goya.

¿Y por qué pasó? "Porque el viernes, el último día que había trabajado, sí se podía pasar por Gran Vía. Se abrió de forma provisional por las rebajas y, claro, se reenganchó el lunes por la tarde y siguió ese mismo trayecto. Era el primero que hacía". Vaya forma de empezar la jornada: con el bus en mitad del bulevar, el tranvía cortado y el tumulto ciudadano murmurando "pero maño, ¿dónde ibas?"

Así lo relataba Javier Anadón, del comité de empresa, quien explicaba ayer, como la empresa, que "se están investigando las causas". A priori él ve "una falta de comunicación clara", porque "antes de llegar al desvío, el centro de control manda un mensaje al vehículo y una señal sonora advirtiéndolo, y el lunes no se le mandó". A esto se añade, que el chófer salía desde final de línea y no desde cocheras, "que siempre es más fácil que alguien lo comente". Por eso él siguió el intinerario del viernes, el último que había realizado con su 40. "Esto es fácil que ocurra si hay desvíos que un día se activan y otros se quitan", lamentaba.

Mientras, desde TUZSA, las fuentes oficiales señalaban que esta incidencia es "una cuestión interna", que "se ha abierto una investigación", analizando las comunicaciones que hubo entre el vehículo y el centro de control.