Desde hace cuatro años, cuando se convirtió en una de las diputadas más jóvenes, Pilar Alegría (La Zaida, Zaragoza, 1977) vive a caballo entre Zaragoza y un piso que alquiló la pasada legislatura en Madrid. Su caballo es el AVE, el que le hace más cómodas las idas y venidas. "Más duro lo tiene cualquier persona que tiene que trabajar diez horas en un supermercado y luego hacer sus actividades del día a día. Además tenemos la suerte de que en una hora y cuarto estamos en Madrid".

Eso sí, muchos fines de semana los reserva para pasarlos en su pueblo junto a su familia o en Zaragoza con sus amigos. Ellos son los que la apoyan cuando vive "pegada" al teléfono y al correo electrónico. "La familia se acostumbra a esta vida con la maleta pegada", dice.

Experta en temas de Educación (es licenciada en Magisterio), Alegría ha estado vinculada al PSOE "desde siempre", pero hasta las pasadas elecciones tan solo había desempeñado cargos orgánicos. Su primer reto político fue encabezar la lista por Zaragoza en noviembre del pasado año y sorprendió incluso entre las filas del PP, aunque admite que su gran reto es ser más conocida en su ciudad.

Asegura que la primera vez que entró al Congreso le impactó, pero que el salón de plenos le pareció "más pequeño que por la televisión". Fue en el año 2000 cuando aún no era parlamentaria y un colega del partido le hizo de guía turístico.

Por encima de todo destaca el buen ambiente que se respira en el hemiciclo. "A pesar de lo que la gente pueda pensar, lo cierto es que nos llevamos bien. Podemos pertenecer a partidos diferentes pero hay muchos asuntos en los que, al final, estamos de acuerdo", dice refiriéndose Yuste y Suárez.

"Antes de la campaña no nos conocíamos, y aunque me hubiera gustado que mi partido ganara, me alegré al saber que me iba a encontrar con ellos en Madrid". Chesús Yuste lo confirma: "Sí, después de la campaña todos somos mucho mejor personas".