--¿Es una novela?

--Sí, aunque me cuesta mucho convencer a la gente de que lo es. Se ha intentado proyectar cómo seria nuestra sociedad dentro de cien años. El libro tiene una trama, donde un profesor de presociología, tiene que ayudar a su novia a desenmascarar un situación, que pretende regresar a la situación anterior y que era más injusta, que es la que hoy tenemos.

--Una sociedad muy distinta donde no existirían los países tal como los conocemos.

--Efectivamente, sería una sociedad global interconectada, mucho más participativa, donde todo el mundo tendría a su alcance aportar su conocimiento sobre las cuestiones más simples de la vida.

--¿No produce un poco de vértigo?

--Sí, claro, y lo que me sugieren es que esto no va a tardar cien años, que llegará antes... Aunque necesariamente no tendrá que ser como se narra en el libro.

--Es asombroso que todo se base en la existencia de Internet y las redes sociales: ¿como se les fue de las manos su control a los poderes?

--En efecto; a los grandes poderes les costaría hoy mucho más perder internet que tener que soportarlo. Lo cierto es que hoy incluso los poderes públicos se basan en las redes sociales para comunicarse con los administrados.

--Redes que no controlan.

--No, no sospecharon la potencialidad tan increible que son las redes sociales. Pero nuestra sociedad se basa en el intercambio, con lo cual sería impensable desmontar toda la estructura comercial y de servicios.

--Habla usted en el libro de que no existen los estados.

--Territoriales. Las ciudades siguen ahí, pero ocurre que el territorio, incluso hoy ya no es suficiente, para definir la soberanía de los estados. Lo estamos viendo estos días con la intervención a España.

--¿Sospechaba usted lo que hoy vemos cuando escribió el libro?

--La idea del libro tiene casi dos años, y lo que hoy vemos se dejaba entrever. Y yo ya vi la importancia de las redes sociales, que tenemos y cómo deben evolucionar, especialmente en un mayor control por parte de los propios usuarios de esas redes.

--¿Cómo?

--Hay que establecer un control democrático de las redes sociales, por sus usuarios, que hoy son empresas privadas.

--Esa es la diferencia: los usuarios se unen en una red nacional.

--Y global. Tienen un gran poder: vea si no lo que sucedió con el programa La Noria, o cuando se convoca un flashmob. Esto no existía hace cuatro años...