Un piso en el barrio Oliver. Una mujer y dos hijos de 5 y 3 años y una hipoteca de 540 euros al mes. A Carlos --nombre ficticio-- se le comenzaron a complicar las cosas cuando en el 2010 se quedó en el paro. Tras agotar el desempleo llegó el subsidio, que no alcanzaba los 450 euros y las dificultades para pagar las cuotas. Luego llegó otra ayuda, de algo más de 300 euros, gracias al plan integral de su barrio. Cuando acudió al programa de mediación de deuda hipotecaria llevaba cuatro cuotas impagadas.

"Estar informado es muy importante. En el mes de junio vi que ponían en marcha un programa de mediación con los bancos y vine", relata. Habla de la "amabilidad" del personal, de lo "luchadora" que es la abogada que le asistió y de la "ayuda" que le prestó el director de la sucursal bancaria donde tenía su hipoteca.

Las negociaciones se prolongaron desde el 27 de junio al 26 de octubre. Y Carlos puede presumir de ser uno de los casos de éxito de la llamada oficina antidesahucios. Llegó el acuerdo, gracias al cual se ha ampliado el plazo para pagar su hipoteca y se ha reducido la cuota, que pasa de 540 euros a 350 euros, una cifra asumible por Carlos. Y no se le ha pedido que se ponga al día con las cuotas, un caso "excepcional", según la abogada, Irene Romea, dado que las entidades suelen imponer, de partida, este requisito para poder negociar.

"Llevo más de un año y medio sin estar tranquilo. Incluso ahora veo la tele, cuentan casos de desahucio y me pongo a temblar. Pienso que si me echan del piso dónde voy a ir con los niños. Tampoco podría asumir ningún alquiler, ni pagar los recibos", relata.

Una angustia que es común a todos los casos que llegan al programa de mediación. Y de la que no se escapan tampoco Gloria Chaparro y Francisco Javier Aranaz, una pareja con un hijo de nueve años. Ellos no han tenido tanta suerte como Carlos y han pasado a engrosar la estadística de los acuerdos imposibles con los bancos. "Lucharemos, a pesar de todo", relatan.

Soldador de profesión, Francisco Javier ha estado ya cuatro veces en el paro. La crisis en el sector de la construcción se llevó su empleo y la última vez que se quedó en paro, también la posibilidad de pagar la hipoteca. Por su piso del barrio de La Jota, de 60 metros cuadrados, tienen un capital pendiente de 148.000 euros. Y un recibo mensual de 670 euros al mes. Ya deben siete.

La decisión

"Al final decidimos que, o comíamos, o pagábamos la hipoteca. Y decidimos comer", cuenta Gloria. "Porque cobrando 900 euros de paro era una cosa u otra", relata. En su historia se mezcla un crédito abierto con garantía hipotecaria que se convirtió en "una bomba", otro préstamo ICO de moratoria hipotecaria por 12.000 euros con un interés del 12% y la "nula colaboración" por parte de su banco. "Me llegaron a llamar dos y tres veces al día para ver si pagábamos", asegura Gloria.

A través del servicio de mediación, reclamaron la dación en pago. Su petición no fue aceptada porque la exigencia inicial era que pagasen la deuda, algo imposible para su economía. Les ayudan sus respectivas familias, padres jubilados que viven "de una pensión", cuenta Francisco Javier. "Me gustaría no tener que usar la calculadora para ir a comprar para ver si me llega o no", dice Gloria. Lucharán, porque si el banco lo saca a subasta no tendrán "ninguna posibilidad para salir adelante". Los delitos prescriben, pero no las deudas hipotecarias. Y de ellas hay que responder con los bienes presentes y futuros.