Hace unos años, una de esas señoras políticas de turno, de esas cuyo nombre no recuerdas pero sí quedan sus palabras, decía sobre el lince ibérico, a colación de una autopista que se iba a construir en medio de su hábitat, que el tal bichito debería adaptarse a nuestras infraestructuras y no a la contra.

Quizá no como el lince y quizá no una autopista, pero a día de hoy, la Semana Santa zaragozana se adapta a una de esas infraestructuras que, como tan de moda está decir, vertebra a la ciudadanía- El tranvía transforma la ciudad y algo tan inherente a la misma como la Semana Santa no es ajena a tal transformación.

Adaptándose, como lo ha hecho desde aquellas procesiones, quiero pensar: austeras, silenciosas, inmensamente sobrecogedoras; por el claustro del convento de San Francisco a finales del siglo XIII, a través de epidemias de peste medieval, bajo el sitio de los franceses donde se perdió la práctica totalidad del patrimonio de nuestra Semana Santa, superando una huelga de terceroles, incendios de Pasos, transiciones políticas, años de boom demográfico y años de chof por culpa de este clima tan inestablemente primaveral.

Fuere como fuese, con tranvía o sin él, la Semana Santa, como si de un espontáneo agazapado tras el burladero se tratase, se presenta dispuesta a saltar al ruedo entre tranvías, crisis y partidos de la selección.

Ya es primavera, al menos eso dice ese establecimiento que viene anunciándonoslo cada año a golpe de carteles con señoritas muy bien vestidas en poses imposibles. En Sevilla dirían que ya huele a azahar, aquí- No sé muy bien a que huele aquí- "¿A qué huelen las nubes?" -- se preguntaba aquel niño del anuncio-- ¿y a qué huele la Semana Santa zaragozana?

Recuerdos

Personalmente la Semana Santa de Zaragoza me huele a tapita en El Picadillo, a noche en La Pasión, a mañana fresca y húmeda en la plaza del Justicia (para mí, siempre de San Cayetano) justo después de que el operario de Focsa de turno riegue la plaza para limpiarla de los restos de una "madrugá" a la aragonesa, más llena de bombos y tambores que de "petalás". Me huele la Semana Santa a miradas al cielo suplicando que no llueva, a manos y hombros doloridos por el esfuerzo del toque de un instrumento, el peso de un atributo o un paso, me huele a camaradería, es más, me huele a "hermandad", la hermandad que en estas fechas une a los más de quince mil corazones que pueblan nuestra "geografía cofradil", todos a una, a la de mantener viva esta tradición centenaria, por encima de agnosticismos y pasotismos espirituales.

No podemos- No debemos olvidar que la Semana Santa es Pasión, es devoción, es fe compartida en el espacio público de nuestras calles, donde el del cuarto izquierda se permite rezar en público, junto a su vecino del principal, a un Cristo Nazareno que nos mira como queriendo decir. Esto me hicieron mis contemporáneos ¿qué no me haríais vosotros en las mismas?

La Semana Santa es una más de nuestras expresiones públicas de devoción popular. Después de las Fiestas del Pilar, la Semana Santa es el "evento" religioso que más gente atrae, ya sea en la participación directa en la misma, ya sea en forma de público meramente observador. Nadie en nuestra ciudad es ajeno a esta celebración, y aquel que quiera serlo, lamentablemente para él, se la va a encontrar al torcer de una esquina en una predicación, en forma de sonido ensordecedor de tambores y bombos, o simple y llanamente cuando baje a comprar el pan y el periódico y encuentre el escaparate de su panadería habitual colmado de cofrades de chocolate y abriendo su periódico encuentre columnas como esta y artículos magníficamente ilustrados con fotografías y fichas desplegables-

Novedades

¡Mira, este año hasta puedes hacerte con el DVD Cofrades de Pasión- ¡Pobre del que quiera abstenerse de Semana Santa! Eligió mal su ciudad, afortunadamente a los de Zaragoza siempre les quedará Salou ¿no?

Bueno, que me voy del hilo. Decía yo, que ya llegó la primavera y parecía tan lejana cuando el invierno imperaba a sus anchas en nuestra ciudad y su cierzo cortante y helador congelaba las manos de los que ensayábamos por las riberas o por las afueras de Zaragoza, cuando la primavera quedaba tan lejana todavía, que los hábitos dormían ese sueño calentito y confortable del fondo del armario. Pero ya se "oía" la Semana Santa, los ecos de los ensayos retumbaban por las cuatro esquinas de esta vetusta ciudad y el trasiego de tambores, bombos, timbales, matracas, carracas y cornetas era evidente:

--Muchacho, ¿adónde vas con ese bombo en el autobús, es que ya estáis dándole a la matraca otra vez?

--Pues sí señora. Hay que ensayar para que todo salga bien.

--¿Y es que no os lo sabéis de un año para otro?

--Sí señora, pero se sacan toques nuevos, se retocan otros-

--Bueno, hijo. Venga, que vaya bien, que me bajo en esta, que voy a ver a mi sobrina, que ¿sabes? ella toca en el Desprendimiento, ¡creo!

--Sí, señora, lo que usted diga- Adiós.

La primavera anuncia a golpe de maza y llamador la llegada de nuestra Semana Santa. Y aquí estamos, Sábado de Dolores, todo está listo, preparado, esperando, como esos galgos en las carreras que patean en sus cubiles deseando que se abran, para salir corriendo como alma que lleva el diablo y, un año más, la puerta de San Cayetano; bueno, perdón, de la Real Capilla de Santa Isabel de Portugal- Aunque usted pregunte por ahí por tal nombre y verá lo que le dicen; lo dicho, la puerta de San Cayetano se volverá abrir para que de sus entrañas surjan los cofrades de todas y cada una de las Cofradías y Hermandades de esta nuestra Semana Santa. Por fin, ya está aquí, un año esperándote y llegas esta tarde.

Este año, el pregón de Semana Santa tiene una particularidad especial, la paraliturgia, esa celebración previa al desfile, que hasta ahora estaba reservada a los participantes en el pregón, se hace pública, sale a la plaza, la ocupa y se oferta a todo aquel que quiera participar de ella. Serán las seis de la tarde, el gentío se agolpará en las aceras, abarrotará la plaza, subidos algunos a la fuente y otros abrazados al monumento al cofrade se auparán sobre sus hombros para no perder detalle de esta novedad.

Esplendor

Las cofradías nos regalarán el esplendor de sus estandartes, la riquísima policromía de sus hábitos, que en argot ciclista vendría a ser esa "serpiente multicolor" de los tours o "tures" de Francia, volveremos a sentir el hueco sonido de nuestros bombos hundiéndose en las entrañas como queriendo removértelas, el escalofriante y agudo sonido de las cornetas del piquete intercofradías, que erizan el vello del más pintado.

No será hasta las ocho cuando la periodista María José Cabrera Gonzalvo salga a la palestra con la responsabilidad de poner en su voz la de todos los zaragozanos que ansían la llegada de este momento.

Será el escopetazo de salida a siete días de fervor, de sonido ensordecedor, de momentos de recogimiento y de novedades y de todo ello daremos cuenta en estas líneas y, si tiene un ratico, pásese por nuestro Centro de Interpretación de la Semana Santa en La Zuda o venga con nosotros a disfrutar de las procesiones in situ, con nuestros amigos de Gozarte en nuestras rutas Tras tus Pasos, mañana quedamos a las siete y media en la plaza de San Miguel. ¿Nos busca y se apunta?