--Muy pocos saben que está viviendo en Valladolid...

--Eso es; bueno, no lo oculto. Llegué aquí para una conferencia de Arrabal, con la idea de pasar un día y llevo año y medio. Conocí a una mujer que había realizado unas ilustraciones para el libro que hemos publicado sobre Cervantes y ya me quedé...

--¿Y puede sufrir la editorial el distanciamiento?

--No. La editorial sigue en Zaragoza y voy y vengo cuando haga falta. Incluso es positivo porque aquí saben que soy de Zaragoza y se pueden establecer otras vinculaciones.

--Diversificar proyectos.

--Claro. Es bueno salir y moverse. Es otra forma de entender las cosas, de ver otras caras.

--¿Qué ambiente hay en Valladolid?

--Hay mucha creación, una explosión cultural. Hay mucho teatro, cine, un montón de editoriales, pero no con la fuerza de Zaragoza. Aquí resalta la afición al teatro, siempre hay público en las funciones.

--Puede convertirse en una especie de embajador...

--Al menos para animar. Han venido ya por aquí Teatro Arbolé, los Titiriteros de Binéfar, Cristina Yáñez... Hay presencia del teatro aragonés.

--En su editorial, Fernando Arrabal es una de las piernas.

--Está claro; tenemos una gran sintonía. Le he acompañado en muchos viajes, incluso a Rusia.

--¿Cree que se ha quedado en un clásico, con poco que aportar ahora?

--No, no. Sigue iluminando con su obra y su persona. Acaba de publicar Picasso y Dalí, una conversación, donde analiza la obra de Dalí sobre la premonición de la Guerra Civil.

--Oh.

--Incluso la revista francesa L'atelier des Arts le dedica un número y me han pedido un artículo sobre él para abrir la revista. Imagina lo que supone para la editorial...

--La otra pierna sería Antonio Fernández Molina.

--Es verdad. Antonio fue el que me animó a publicar, el que me aconsejó cuando tenía dudas. Sin él no hubiera creado Libros de los Innombrables...

--¿Echa de menos un empujón a su figura, cierto reconocimiento oficial?

--Sí. Está en una situación extraña, como esquinado. Por un lado se muestran reconocimientos a su figura, como el espacio permanente que le dedican en Alagón, muy hermoso, pero por otro echo en falta un empujón, cierto reconocimiento oficial.

--¿Lo último en publicar?

--Un diccionario de símbolos de mil páginas.