Pocas veces el lema de un grupo ha sido tan acertado. Res trepidae, circunstancias cambiantes, adversas, imprevistas... Es lo que afrontan los Grupos de Reserva y Seguridad (GRS) de la Guardia Civil, con una preparación constante para ello. Desde acudir a organizar y colaborar en una catástrofe humanitaria, a apoyar a los efectivos del instituto armado a la hora de controlar a una multitud, pasando por un viaje urgente de escolta a un ministro en un país extranjero... Este año, sus efectivos están de celebración, cumplen 25 años, y Zaragoza es, junto con Madrid, la base que realmente puede presumir de esta longevidad.

Dentro de la agrupación, con base en Casetas, su actual líder, el comandante jefe Benito Sebastián es de los más veteranos, y puede presumir de haber visto la evolución del grupo desde su implantación, hasta llegar a comandarlo. Su mano derecha, el capitán de compañía José Luis Marín, no le va a la zaga. Ambos mantienen la maquinaria --humana y técnica-- engrasada para intervenir en cualquier requerimiento de su zona de influencia, que en principio abarca Aragón, Soria, La Rioja, Navarra y el condado de Treviño; aunque, en realidad, pueden ser requeridos para actuar en cualquier lugar del mundo. Literalmente.

Según enumera el comandante Sebastián, las atribuciones del grupo son básicamente cuatro: refuerzo de la seguridad para personalidades --vacaciones de la familia real o del presidente del Gobierno, entre otras--; garantía de orden y seguridad en concentraciones de masas --violentas o no--; refuerzo puntual de unidades territoriales --por ejemplo, en un operativo especial contra los robos en el ámbito rural-- y la participación en misiones internacionales, a menudo para adiestrar tropas.

Para ello cuentan con ocho grupos, repartidos por diversas bases españolas, además de una sección de caballería en Madrid, donde también está destinado el grupo de reconocimiento del subsuelo. En Zaragoza, el GRS cuenta con casi 180 efectivos en total --incluyendo la plana mayor, el equipo médico, etc.--, la mayoría de ellos divividos en tres grupos operativos con capacidad de activación prácticamente inmediata.

Dentro de los cuatro grandes objetivos, sin embargo, hay muchas especialidades, y si algo caracteriza al GRS es, según su comandante, la versatilidad. "Todos tienen que saber hacer de todo, porque teniendo en cuenta permisos o bajas, a la hora de acudir a una emergencia no podemos depender de si falta un especialista en algo". Para hacer esto posible, las prácticas de todas las actividades que puede asumir el grupo se repiten machaconamente, hasta convertir el asalto a una vivienda llena de delincuentes armados en una rutina.

Entre otras prácticas, los agentes del GRS ensayan la intercepción de un vehículo a la fuga, descensos de rápel, vigilancia y escolta de personalidades --con huída del lugar de un atentado incluída-- e incluso la protección y rescate de víctimas en un escenario contaminado. Para ello, cuentan con trajes NRBQ --de protección nuclear, radioactiva, biológica y química--, y un tren de descontaminación y atención de heridos. "Por fortuna", apunta el comandante Sebastián, "no hemos tenido que utilizarlos nunca". Pero estuvieron a punto, en la reciente tragedia de Fukushima en Japón. Anularon la orden de despliegue prácticamente a última hora.

Las capacidades de los integrantes del operativo no solo han de ser físicas, sino que los requisitos incluyen una amplia preparación psicológica. En una concentración violenta, por ejemplo, lo ideal es no tener que llegar a intervenir. "Hay que saber abstraerse del ambiente, ser muy frío, y comprender que el que te está insultando en realidad no va contra ti, sino contra el sistema", explica el jefe.

Con esta preparación, el currículum de la unidad a lo largo de estos 25 años --la orden para crearla se dictó el 21 de junio de 1988-- es ciertamente extenso. Entre otros escenarios, efectivos con base en Aragón han intervenido en la tragedia del cámping de Biescas, en la protección de visitas papales, en inundaciones del Ebro, en un motín carcelario en Daroca en 1992, dando seguridad al circuito de Alcañiz, a cumbres europeas, a conciertos, a la Expo... Además de participar en misiones internacionales en la Antigua Yugoslavia, Afganistán o formando a la Policía guatemalteca.