La plaza del Pilar estaba ayer mucho más animada que un domingo normal. El buen tiempo explicaba en parte esa mayor afluencia, pero la razón principal era la cola de personas de todas las edades que esperaba el momento de subir a lo más alto de la estructura de la Ofrenda para hacerse una foto junto a la Virgen.

"Hay mucho más personal que de costumbre", afirmó un camarero de la cafetería Santiago, justo al lado de la pirámide sobre la que se levanta la imagen, rodeada de millares de flores ya secas por el tiempo transcurrido desde el 12 de octubre. "Calculo que hoy ha venido el doble de gente que cualquier domingo", añadió.

Según las cifras de asistencia de la Asociación de Fotógrafos Profesionales de Aragón (AFPA), que ha cubierto el evento, alrededor de 18.000 personas han subido a lo más alto de la estructura desde que el monumento temporal se abrió al público, por primera vez en la historia de la Ofrenda, el pasado día del Pilar.

"El 60% de los visitantes, aproximadamente, ha pedido que le hiciéramos una foto, a cinco euros la instantánea", indicó uno de los fotógrafos. "Ha habido gente de todas las edades, desde bebés hasta una mujer de 100 años que subió por sus propios medios por la escalera", agregó.

El sábado pasado, por ejemplo, pasaron ante la Virgen cinco parejas de novios con el traje de bodas. Y durante los ocho días que ha durado la novedad se han acercado a la plaza del Pilar numerosas familias ataviadas con diversos tipos de trajes regionales.

"El monumento lo han visitado a razón de 240 personas cada hora, y, en los momentos de mayor afluencia, hasta 300 personas por hora", aseguró Carlos Gómez, responsable de la organización, en la que ha intervenido, además de 18 fotógrafos, personal del ayuntamiento y voluntarios de la ciudad.

"¿Tú crees que yo podré subir la escalera?", preguntó ayer una mujer de 78 años a un miembro de la organización. En realidad, nadie se ha privado de acercarse a la Virgen del Pilar. De 11 a 12 de la mañana, todos los días, varios miembros de Cruz Roja se han encargado de llevar hasta arriba a las personas con problemas de movilidad, "en muchos casos levantando la silla de ruedas a pulso", apuntó Gómez.

La cola de visitantes no ha decaído prácticamente en ningún momento, con esperas que han oscilado entre los dos minutos y las dos horas. "Ha habido gente que tiene vértigo y que no ha renunciado a subir a lo más alto, que está a unos 11 metros del suelo", aseguró uno de los fotógrafos. "Y el otro día hubo una señora que tenía alergia y que estornudó sin parar tanto a la subida como a la bajada", agregó.