¿Es mejor disuadir a los infractores o adecuar las tarifas a los precios que corren? Esta es la pregunta que se hace el ayuntamiento a la hora de planificar la hoja de ruta para el futuro, ahora que vence el contrato con la empresa Dornier por la gestión del servicio de grúa municipal. Un dilema basado en la contundencia de los datos si se observan en la evolución que han seguido en los últimos años. Y es que el precio que paga el usuario que tiene que ir al depósito municipal a retirar su coche se ha duplicado en solo cinco años, ya que ha pasado de valer 90 a los 180 actuales, pero también se ha logrado reducir el número de servicios que se realiza por parte de la concesionaria, pasando de los casi 20.000 que se registraron en el 2008 a los 10.186 realizados el año pasado.

El ayuntamiento se reafirma en el efecto disuasorio que tiene en los conductores aplicar precios tan altos por servicios que solo van dirigidos a quienes incumplen la normativa, no a los ciudadanos en general. Y, en este sentido, ven lógico que las tarifas sirvan para cubrir los costes reales del servicio. La disminución en el número de casos ha sido de casi 3.000 retiradas de vehículos menos cada año desde el 2008.

Ese año hubo 19.638 servicios de la grúa, al siguiente se realizaron 16.949, en el 2010 se contabilizaron 13.701, en el 2011 fueron 12.230 y en el 2012, 10.186. Son números que, según el consistorio, confirman que el objetivo que se marcó en su día se está cumpliendo, que los usuarios sean más conscientes de las consecuencias de infringir la normativa. Aunque el coste de retirar el vehículo sea elevado, nadie obliga a incumplir la norma.

El salto más importante en la tarifa se produjo en el 2009, cuando se incrementó de los 90 euros que costaba en el 2008 a los 136 euros que pasó a valer, un 40% de subida en un año. Además, indicaron que hoy se cobra cuando se cometen infracciones, se usa por cuestiones de seguridad o el vehículo se pone a disposición judicial. Y no se paga, aunque se utilice la grúa, cuando es una circunstancia sobrevenida en la que no hay posibilidad de avisar al dueño (como una poda), o está abandonado el coche si hay renuncia expresa.