"Por encima de rama y hoja / volando hasta las eras de Tolosa". Conjuros de bruja. Leyendas y tradiciones. Según cuentan todavía en Mesones de Isuela, dos amigos bajaron a una bodega a buscar vino y preparar una merienda. Uno de ellos descubrió que se había dejado en la casa algunos de los alimentos y volvió a por ellos. El que quedó en las profundidades se impacientó. Y con razón: hasta casi dos horas después no volvió a bajar su compañero. Y lo hizo lleno de magulladuras y golpes. "¿Qué te ha pasado?", le preguntó. "No te lo vas a creer: cuando he subido me he encontrado con una mujer muy vieja, vestida de negro, que me ha preguntado si quería volar con ella en su escoba. Me ha dicho unas palabras mágicas que he entendido mal, pues he pronunciado 'Por debajo de rama y hoja / volando hasta las eras de Tolosa' y así de maltratado he ido y he vuelto". La incredulidad de su compañero a su historia dura hasta que el viajero le muestra una rama de naranjo completamente fresca, algo imposible de encontrar en Mesones, pero habitual en Tolosa, por la época del año.

Esta historia que cuenta el presidente del Instituto Aragonés de Antropología, Vicente Chueca, es una de las muchas que atesora la provincia de Zaragoza, rica en este tipo de narraciones. No hay que olvidar Trasmoz, las caspolinas, la zona del Jaraba. Todas ellas tocadas por la varita del misterio. En general, las brujas medievales y modernas en la provincia han sido personas de mediana edad, normalmente mujeres, conocedoras del uso de plantas y remedios caseros. "La bruja en la edad media y moderna, o incluso contemporánea, es un personaje social (como el cura, el maestro o el alcalde), a menudo estigmatizado por la población en la que vive. Con problemas familiares, sola, madre con hijos o viuda", indica Chueca.

Mujeres quemadas

Grandes conocedores de estas tradiciones, José Antonio Adell y Celedonio García, explican que durante los siglos XV y XVI hubo diversos procesos de brujería en Aragón. En 1.500 fueron quemadas en Zaragoza tres mujeres acusadas de brujas. "Hubo otras muchas causas contra mujeres por brujería y hombres acusados de hechiceros", recuerdan. Y por encima de esta cruel realidad, se ha generado la leyenda. Sin ir más lejos, el estudioso Alberto Serrano recoge la historia de un diablo que mandaba a las brujas de Castilla a que se bañaran en las aguas de Gallocanta, cosa que hacían desnudas.

Uno de los lugares más misteriosos de Aragón es la localidad de Trasmoz. Durante siglos, las brujas han campado a sus anchas en este pequeño municipio a los pies del Moncayo. En su castillo se celebraban, según la tradición popular, frecuentes aquelarres y en la población habitaron algunas brujas que se hicieron muy populares gracias a Gustavo Adolfo Bécquer y sus leyendas. El responsable del centro de interpretación de la brujería del municipio, Luigi Maraez, reconoce que este misterio es un buen reclamo turístico. "Más allá de la verdadera práctica y su realidad antropológica, lo cierto es que la brujería forma parte de una herencia de lo popular y por tanto es digno de ser manifestado y mantenido como parte de un patrimonio cultural que nos identifica", explica. El monasterio de Veruela también ha sido lugar misterioso y poseedor de un embrujo especial.

Tradición viva

Para el ya citado Alberto Serrano, el mito de la brujería ha pervivido sin problemas hasta nuestros días, pese a los adelantos técnicos. "Como nuestros ancestros, seguimos siendo seres humanos y nos preocupan las mismas cosas, obsesiones que antes como ahora, son caldo de cultivo de la religiosidad popular", asegura. Según indica Vicente Chuesa, todos este conjunto de mitos, de ritos, de costumbres y leyendas forman parte del patrimonio inmaterial de la provincia. Por ese motivo es importante transmitirlo, con el objetivo de mantener viva la tradición. "De nosotros, y de nuestra capacidad de mirar el paisaje como una realidad mágica, depende su continuidad", concluye.