La Antigua Capitanía de Zaragoza exhibe desde hoy y hasta el próximo 10 de noviembre veintisiete reproducciones cartográficas que abarcan tres siglos y medio de historia, apenas una pequeña muestra de los impresionantes tesoros cartográficos que conservan los archivos del Centro Geográfico del Ejército.

Este centro guarda en sus archivos 15.000 mapas y planos históricos (anteriores al siglo XX) y 45.000 modernos, de los que 250 son documentos de la cartografía aragonesa, en su mayoría anteriores al pasado siglo.

Con el objetivo de transmitir la plena integración del Ejército en la sociedad a la que sirven, esta institución ha llevado hasta Zaragoza una "parte minúscula pero significativa" de su archivo, mediante una exposición que se ha preparado con "rigor, trabajo e inquietud", según ha apuntado el director del Centro Geográfico del Ejército, Jesús Ángel García Lidón.

Para ilustrar el contenido de esta muestra, de entrada libre, García Lidón ha destacado que la cartografía es "más que una hoja de papel" o "más que un cuadro colgado con valor sentimental" ya que también es "astucia e inteligencia para representar al mundo", ciencia y tecnología, historia "por saber guardarla" y arte "para saber dibujarla".

La pieza más antigua es un portulario, documentos que se elaboraban en piel, del año 1589, y que abre la exposición, y la más moderna un mapa de Zaragoza y alrededores levantado entre los años 1932 y 1941.

A través de esta serie de documentos de diferentes lugares, de autores españoles y extranjeros, de instituciones militares y grandes escuelas cartográficas, el visitante podrá hacerse una ligera idea del rumbo de esta ciencia de los pasados tres siglos.

La muestra la cierran quince documentos de Aragón de variada temática, cronología y autores entre los que destacan el considerado como el más apreciable monumento geo-cartográfico del reino, el mapa de Aragón de 1620, del ilustre cosmógrafo Juan Bautista Labaña, y otro de 1765 elaborado por Tomás López, uno de los más célebre cartógrafos del siglo XVIII aunque muy cuestionado por la imprecisión de los lugares, según García Lidón.

También se muestran cuatro planos de Zaragoza, auténticos planos topográficos levantados sobre el terreno a gran detalle que permitirán observar la evolución experimentada por la capital aragonesa desde 1734 hasta 1932.

Asimismo, se podrán contemplar, entre otras piezas, dos mapamundis, uno de la escuela holandesa y otro de la francesa, en los que destaca más la información marginal, un plano de Cartagena de Indias que representa con gran detalle el recinto amurallado y dos mapas generales, uno de ellos dibujado sobre la piel de un león, de la escuela francesa, y orlado con las efigies de los monarcas españoles desde Ataúlfo hasta Carlos III.