"Lamentablemente, no sé qué pudo pasar. Yo he querido mucho a mi mujer y a mi hija. Las sigo queriendo, a mi manera. Por quererlas mucho...". Enrique G. S., que se sentó ayer en el banquillo de los acusados de la Sección Primera de la Audiencia de Zaragoza, aseguró no recordar nada de la agresión sobre su esposa y la hija de ambos por la que se enfrenta a penas de hasta once años de prisión.

Su esposa sí ofreció un relato de lo que pasó la madrugada del 5 de octubre del año pasado en su casa de Montañana. "Se levantó en varias ocasiones y dijo: ya llegó el día", explicó. Ella estaba en la cama, narró, y él "se abalanzó sobre mí y me cogió del cuello". "Caí de rodillas" y "grité para pedir auxilio", indicó.

"En el suelo --señaló-- me cogió otra vez por el cuello. Intenté escapar pero caí de bruces. El se sentó encima y me cogió del cuello otra vez, y del pelo". Perdió la conciencia. "Yo no me enteré de que tocó a mi hija hasta que llegué al hospital", añadió.

La niña, entonces de seis años, le explicó a su abuela --según declaró esta-- que "papá ha intentado ahogarme" metiéndole "la mano en la boca".

Un vecino que oyó los gritos llamó a la Policía Local, que detuvo a Enrique G. S. en su casa unos minutos después. Los agentes del Cuerpo Nacional de Policía que efectuaron la inspección ocular de la vivienda describieron un escenario estremecedor, con sangre y mechones de pelo por el suelo y las paredes de varias estancias.

La Fiscalía pide para el acusado penas que suman nueve años de prisión por un intento de asesinato y otro de homicidio, además de la retirada de la autoridad familiar sobre la niña durante siete. Su exmujer, en cuyo nombre ejerce la acusación particular la letrada María Ángeles Pozo, reclama 24 años de cárcel por los mismos cargos.

DESISTIMIENTO La defensa, a cargo del abogado Mariano Montesinos solicitó la absolución alegando que se el acusado desistió voluntariamente de consumar los crímenes. Alternativamente, propone dos meses de trabajos comunitarios por dos delitos de violencia doméstica con las atenuantes de trastorno mental y reparación del daño.

Los forenses que inspeccionaron a las víctimas narraron una brutal agresión en la que la mujer, presa de la desesperación y la angustia, llegó a patalear con tal fuerza mientras era agredida como para arrancarse varias uñas de los pies.

Los expertos que analizaron al acusado explicaron que este, al interiorizar que su matrimonio no funcionaba como él creía que debía hacerlo y verse mal atendido, pasó "tres años rumiando" una supuesta infidelidad de su esposa y llegó a "establecer que el ordenador es la causa de todos sus males" por el tiempo que su mujer pasaba frente a la pantalla. Tuvo, dijeron, "una interpretación delirante de la realidad" que le hizo explotar tras perder el freno para sus impulsos.

A la niña, anotaron, intento aplicarle una "muerte por compasión" al pensar que iba a quedar huérfana.