La Policía continúa investigando el paradero de Víctor da Silva, el joven brasileño (aunque llevaba en Zaragoza desde los 8 años) que desapareció el día de Año Nuevo tras haber celebrado un cotillón en el Espacio Ebro del Parque del Agua. Sus amigos le vieron por última vez en el guardarropa, en torno a las 7.00 horas, pero envió un mensaje de WatsApp a las 9.45 horas a una amiga de Valencia, donde le contestaba una felicitación del año y hablaban del frío que hacía.

Su móvil dio señal a mediodía, captada por el repetidor de la plaza Mozart, lo que correspondería con un posible itinerario para volver a su casa a pie, ya que vive en Vadorrey. Pero no hay pruebas, que hayan trascendido, de si el móvil lo seguía llevando él cuando fue detectado. Un rastro en el que se persiste.

Esta es una de las vías que investiga el Grupo de Homicidios, junto al análisis de una muestra de sangre hallada en unas escaleras de la zona --la madre y la tía del joven han dado muestras para comparar el ADN-- y el interrogatorio de amigos, que se están mostrando muy activos en la búsqueda con la colocación de carteles con su imagen por toda la ciudad. También en los buses.

La Policía mantiene las pesquisas en secreto para no entorpecer la investigación, y fuentes oficiales del Cuerpo indicaron ayer que no había "ninguna novedad" sobre el paradero de Víctor. A la familia, según indicó su prima, Thais, tampoco le han dado nueva información.

Los familiares están convencidos de que el joven está retenido contra su voluntad, aunque no han recibido petición de rescate. La buena noticia es que la pista del móvil, entre otras, ha hecho abandonar de momento la tesis de que se hubiese caído a un canal o al Ebro.