Mariusz W., el indigente polaco acusado de asesinar a su expareja, Agnieszka Skowyra, tras una agresión que la dejó tres meses en la UCI, aseguró ayer que "la gente que hace estas cosas" le da "asco". "Se refiere a matar", aclaró su traductora. El hombre, que lleva en prisión desde diciembre del año pasado, no solo negó que tuviera voluntad de matar a su pareja, con la que llevaba dos años de relación, sino que rechazó que le pegara. "No sé qué verían (los testigos), pero es mentira", reiteró, ante las preguntas de la Fiscalía, que pide para él 18 años y 9 meses de cárcel por delitos de asesinato y violencia de género.

Lo que vieron los testigos, ambos jóvenes que salieron a fumar a la terraza en el momento oportuno, fueron sendas agresiones a Agnieszka, mientras estaba postrada en la silla de ruedas en la que él la transportaba. Así lo explicaron ayer en la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Zaragoza, ante el jurado popular que deberá determinar la culpabilidad o inocencia de Mariusz W.

El primer joven relató cómo les vio, el 22 de octubre del 2012 --dos días después de que la mujer pidiera el alta tras una crisis epiléptica y por hipotermia--, en la calle Julián Sanz Ibáñez. Según aseguró, rotundo, vio cómo el hombre daba un par de bofetadas y puñetazos en el rostro a la mujer, que quedó inconsciente.

Por lo que explicó Mariusz. W., su versión sería que el testigo habría confundido los golpes con su intento por sujetar la cabeza de su novia ante una crisis epiléptica de las que padecía.

SEDETANIA A la que no dio ninguna explicación fue a la presunta agresión del 6 de noviembre siguiente, la que propició el ingreso de la mujer en el hospital, del que ya no saldría. Según el testigo que les vio desde la terraza de su casa en el parque de la Sedetania, el marido, visiblemente agitado y "tambaleante", le tiró un zapato a la cabeza y le dio un puñetazo en el estómago. La mujer no reaccionó.

La Policía que llegó al lugar explicó cómo encontró a la mujer postrada en la silla, con la ropa medio levantada y sin reacción a los estímulos.

Los médicos que la atendieron, según expuso un residente de Urgencias, apreciaron riesgo para su vida por lesiones internas y la operaron por una hemorragia peritonial y contusión pancreática. Salió de la operación, pero terminó por morir en la UCI. El facultativo expuso que la lesión "pudo ser" causada por un golpe.

El acusado, defendido por Javier Osés, explicó que su pareja dependía totalmente de él al estar impedida, aunque incurrió en una aparente contradicción al asegurar que "cuando bebía, le funcionaban las piernas" y también que iban "todo el día borrachos" los dos. La mujer tenía VIH, ataques epilépticos y hematomas en diferentes grados de evolución, así como lesiones anales y vaginales y una severa hipotermia cuando fue ingresada. El hombre aseguró que no sabía nada de las enfermedades de su pareja al no entenderse con los médicos.

Su abogado pide para él la absolución, o alternativamente un año de cárcel por un delito de lesiones.