En menos de dos meses se aprobará el último plan hidrológico de cuenca que falta por elaborarse, concretamente el del Júcar. Será entonces cuando el Ministerio de Medio Ambiente aborde el gran pacto nacional por el agua al que alude continuamente el ministro Cañete del que saldrá un nuevo Plan Hidrológico Nacional. Cañete ha defendido que se abordará "sin apriorismos" y sin descartar "ninguna opción". Pero en el imaginario de todos los dirigentes está bien presente que una de las opciones más demandadas será la del trasvase, especialmente por regantes levantinos, dirigentes de esa zona y también de algunos lobis que verían en una costosa infraestructura hidráulica una oportunidad de negocio como la que se abortó en el 2004 con la derogación del trasvase proyectado por Aznar y Jaume Matas. La propuesta de trasvase estará encima de la mesa, y coincidirá con un periodo preelectoral en el que el PP tendrá que hacer malabarismos territoriales para evitar fugas de votos en una u otra zona. Y ahí el escaso peso electoral de Aragón podría tener funestas consecuencias para los populares de la comunidad, que volverían a vivir una situación tan compleja como la sufrida en el 2000.