Calatayud fue ayer una ciudad tomada por las huestes moras y cristianas, que se apoderaron del ambiente en la conocida como fiesta de las Alfonsadas, con la que se conmemora la conquista de la ciudad por Alfonso I El Batallador en el siglo XII. Se trata de una ocasión lúdica, pero también de un importante impulso a la economía local, en particular al comercio y a la hostelería, dado que centenares de personas visitan la ciudad por estas fechas, tanto del resto de Aragón como de otras comunidades españolas.

Las Alfonsadas, que fueron declaradas fiesta de interés turístico regional en el 2012, arrancaron ya el jueves de esta semana. Pero ayer tuvo lugar un acto culminante: la lectura del pregón desde el balcón de la antigua casa consistorial ante centenares de personas, muchas de ellas vestidas a la usanza medieval.

El pregón corrió a cargo del denominado caballero de honor, figura que este año ha recaído en el actor Nacho Guerreros. A este acto siguió la representación de la obra La capitulación de la ciudad de Calat Ayyub, y la entrada del rey Alfonso I en el recinto amurallado. Estos actos han estado sazonados de pasacalles y de actividades para los niños, así como con la celebración de un mercado medieval que retrotrae Calatayud a los tiempos medievales. Para ello la ciudad se engalana y saca todo el partido posible a su abundante patrimonio histórico y artístico. Para hoy está previsto el desfile triunfal de la victoria, que discurrirá desde la plaza de Erlueta hasta la de San Pedro de los Francos. Este acto irá seguido del nombramiento oficial del caballero de honor. Nacho Guerreros es un conocido autor catapultado a la fama por la serie La que se avecina.

Por otro lado, el conocido como Tren Azul circulará mañana entre Casetas y Calatayud. Este convoy histórico se volverá a ensamblar para trasladar hasta la ciudad bilbilitana. Se trata de un vehículo histórico, de los años 40 del pasado siglo, que cuenta entre sus vagones varios destinados al transporte de correspondencia y que fueron restaurados gracias a los desvelos de la Asociación Zaragozana de los Amigos del Ferrocarril y Tranvías.

Además, cuenta con un coche restaurante, coches cama y la locomotora, que asimismo ha sido meticulosamente restaurada. Otro vagón está dedicado a una exposición sobre el transporte y la gestión de la correspondencia.