Sergio Murillo ha rehecho su vida desde la tragedia de Biescas en 1996. Actualmente está casado, tiene dos hijos y trabaja como arquitecto en Pamplona. "No me va mal", admite. Quizá por eso, se muestra sorprendido por el interés mediático que ha despertado su caso, como doble víctima.

"Entiendo que es por lo que me pasó, y que es mucho dinero. Pero yo no me he quedado en la calle, no me han desalojado. Mucha gente ha perdido todos sus ahorros con esto, aunque fuera menos cantidad, y eran jubilados. O aunque no lo fueran, con el paro que hay ahora... Yo soy joven y tengo trabajo", expone.

Aún así, admite que cuando se enteró de su estafa no daba crédito. "Cuando se lo expliqué a mi abogada, se echó las manos a la cabeza. Menuda liada. Yo desde entonces --hace unos dos años, cuando tomó conciencia del escándalo-- he pasado por las típicas fases. La rabia, la indignación, la impotencia, la pena". Más aún al recordarle que el director de la sucursal sabía por qué tenía ese dinero. "Imagínese cómo me sentí, de dónde había salido la indemnización. Era un tema tan escabroso, y él lo sabía perfectamente, pero aún así..."

Ahora, quizá por la celebración del juicio, que fue corto --apenas media hora-- pero "fue bien", se muestra tranquilo y hasta confiado. Como estaba hace seis años, cuando invirtió.

"Como la mayoría de la gente, yo tenía un dinero y no quería tenerlo parado, pero tampoco quería ningún riesgo. A mí me aseguraron que estaba invirtiendo de forma tradicional y conservadora", afirma. "Y de pronto me entero por la prensa de que Caja Madrid está arruinada --tampoco le informaron de la situación de la entidad, algo que se ha tenido en cuenta para anular estas inversiones-- y de que no había invertido en lo que me habían dicho", expone.

Murillo fue durante muchos años uno de los rostros más conocidos de la tragedia de Biescas, precisamente por ser uno de los casos más trágicos. Y prefiere no poner calificativos a la situación que le ha hecho salir del anonimato que se había trabajado por una "estafa pura y dura" que espera que sea castigada.