"Yo suelto mi grito de niña, el de las voces demasiado oscuras, el de la soledad y el miedo". Y su grito duele, solivianta, conmueve y cuestiona. Gabriela Wiener grita al otro lado del teléfono en Llamada perdida (Malpaso, 2014), su nuevo libro de crónicas. La cronista peruana no solo grita sino que llora, se inquieta, cuestiona sus propios pensamientos en estas crónicas que abordan la migración, la maternidad, la soledad, el deseo, la enfermedad y cierta "literatura femenina". La literatura que representan iconos como Corín Tellado e Isabel Allende, a quienes perfila.

Voy a detenerme en la crónica titulada Un fin de semana con mi muerte. Wiener se apunta a uno de tantos talleres vivenciales o de autoayuda. En este caso concreto, para afrontar el miedo a la muerte. El curso Vive tu muerte simula y prepara al individuo para ese momento único y personalísimo de disolución y soledad. Wiener paga y se convierte por un fin de semana en una tallerista más. La cronista experimenta y pone el cuerpo. Y si bien inicia esta crónicagonzo con ironía, pronto abandonará este registro para contarnos su miedo a morir; su miedo a la enfermedad, a envejecer; su miedo a no significar, a no ser nada y transformarse en polvo, como la muerte. Una vez más esta periodista logra convertir su vivencia en la nuestra, consigue hacernos sentir sus miedos porque son los nuestros. Sin embargo, la naturaleza emocional y narrativa que subyace en Llamada perdida no es nada común. Wiener, tan compleja, poética y esencialmente periodista, convierte lo cotidiano en extraordinario. Observa y encuentra en el entorno inmediato, en el miedo a morir, por ejemplo,materia para trabajar y elaborar una crónica.

A este virtuosismo, a este carácter extraordinario, nos tiene acostumbrados la peruana desde Sexografías (Melusina, 2008), pero también con sus artículos en el diario La República, o con sus crónicas en revistas dedicadas al periodismo narrativo, como Etiqueta Negra, Cometa, Orsai, e incluso en El País Semanal. Por eso no descubro nada si digo que esta cronista se sale de lo ordinario, de lo común. ¡Wiener puede convertir su embarazo en una experiencia gonzo! Como nos demostró en Nueve Lunas (RandomHouse, 2010), donde nos escupe la verdad de nuestras miserias y nuestras heroicidades cotidianas. Cuando escuchen estas llamadas perdidas, personales, de larga distancia contradictoriamente al título del volumen no podrán dejar de atenderlas. El descaro, la ironía, el desgarro y el encanto narrativo de esta cronista siguensorprendiendo. Wiener va perfeccionando su técnica introspectiva sin abandonar un ápice de franqueza y sin dejarse llevar por el cinismo, que bien sabe que no es bueno para este oficio. El poder de su escritura en el transcurso de este viaje que es su vida, no sigue patrones establecidos. Wiener apuesta y gana. ¿Qué hacemos los demás?