Roberto Regueiro llegó al barrio de Las Flores de Montañana, en Zaragoza, hace ocho años. Todo el mundo tiene dudas a la hora de comprar una vivienda, pero Roberto se encontró con un problema añadido a la hora de decidirse por la vivienda número 13 de este núcleo rural: el barrio no contaba con red de vertido, no tenían ni una alcantarilla. Sí tenían agua corriente, pero toda la que utilizaban se quedaba estancada en un pozo negro que debían vaciar cada cierto tiempo. No le preocupó demasiado porque le prometieron, a él y al resto de vecinos, que estaba en marcha un proyecto que instalaría una red de saneamiento.

Después de ocho años esperando la instalación y en continua lucha con el ayuntamiento, la última noticia les llegó la semana pasada. La obra, que estaba incluida en el convenio entre la Diputación Provincial de Zaragoza (DPZ) y el ayuntamiento de la capital aragonesa para obras en barrios rurales, no se llevará a cabo por un problema de cesión de suelo de propietarios individuales.

En el año 84, se hicieron obras para abastecer al barrio de Las Flores de toma de agua y desde entonces pagan recibos de agua y saneamiento, sin tener este último servicio.

AL POZO

Roberto comparte con sus vecinos del edificio de al lado un pozo negro en su patio interior, donde se almacena el agua que utiliza en casa. Ahí va a parar el agua de la lavadora, del fregadero, de la ducha, del water y en él se acumulan todos los residuos que el líquido arrastra. "El problema son los olores, sobre todo", explica Roberto, porque aunque el agua se filtra un poco al terreno, el resto se queda estancado. Una vez al mes en la temporada de invierno deben vaciar el pozo. "Cuando llega el verano se puede esperar pasado el mes porque con el calor el agua se filtra más", dice. Este vaciado depende de una empresa que, como mínimo, les cobra 240 euros por descarga. "Estamos pagando cinco veces por este servicio y por una tasa municipal que no deberíamos abonar".

Como Roberto, otras 20 viviendas del barrio deben convivir con la ausencia de alcantarillado. Pepe Alonso y José Lana también sufren los problemas de tener un pozo negro en su casa. "Si no te das cuenta, a veces se sale todo y el agua negra anega el suelo", cuenta José. Y esta emergencia les supone un coste adicional, sobre todo si se da en un día festivo. "Nos cobran por todo, también nos suman el saneamiento siendo que lo tenemos incluido en la tasa municipal", denuncia.

NÚCLEO RURAL

Insisten, sobre todo, en que no son "casas ilegales" que reclaman algo a lo que no tienen derecho. "Dentro del Plan General de Ordenación Urbana este barrio está calificado como núcleo rural tradicional", matiza.

Dan por perdido el proyecto de alcantarillado a través del convenio y saben que tendrán que ser ellos mismos los que impulsen un plan especial para conocer si se puede llevar la obra por otros terrenos donde el paso de servidumbre no atraviese ningún campo privado que pueda paralizar la obra. "Si el alcalde de Montañana nos lo hubiese dicho antes podríamos haber negociado con los propietarios que ahora se niegan a firmar para ceder los terrenos gratuitamente, y si hubiese sido necesario le hubiésemos comprado los campos", cuenta Roberto. "En este barrio viven nueve niños que tienen que convivir día a día con esto, es sobre todo una cuestión de salubridad", denuncia José.

Los tres vecinos critican que la humedad que sufren dentro de sus casas a consecuencia de los pozos es "considerable". "Se pudren las cosas, sobre todo los rodapiés", cuentan.

Los últimos que llegaron al barrio son los propietarios de la casa número 1. Cuenta Roberto que nadie les informó de que no había red de vertido en el barrio. "Es como si te venden un coche y nadie te dice que no tiene ruedas, ¿verdad?".