La asociación de afectados por los casos de presuntos bebés robados en Aragón mantiene su empeño de descubrir la verdad sobre sus descendientes, pese a los continuos reveses judiciales y científicos. Las causas acaban prácticamente sin excepción archivadas o sobreseídas, y los análisis de los bebés exhumados, en los casos en que había ADN en buen estado que analizar, han desmentido el presunto intercambio de niños, en su mayoría. Pese a ello, la asociación mantiene sus protestas periódicas para dar visibilidad a la problemática.

Ayer por la mañana llevaron a cabo la última junto a la basílica del Pilar, donde se concentraron una decena de afectados con pancartas en las que pedían verdad y justicia. Comenzaron también a recoger firmas entre los viandantes para que se reabran las causas en vía muerta judicial.

Entre los congregados se encontraba Pilar Aznar, que había acudido desde Barcelona, donde lleva años residiendo. En su caso, dio a luz en el hospital Miguel Servet, el 16 de enero de 1975. Era su tercer embarazo y se considera suficientemente experimentada para saber que el feto estaba bien, "y se movía como una culebrilla", como todos los anteriores.

Sin embargo, a los seis meses le dijeron que el niño era inviable, porque nacía sin cerebro, y en una revisión la ingresaron y dio a luz. No le dejaron ver a su hijo, pese a que nació tan sano como todos, aparentemente. "Me acuerdo de que la mujer de la limpieza, que estaba en el quicio de la puerta, dijo "qué hermosura de niño"", explicaba Pilar. A las 36 horas le dijeron que había fallecido, y su marido tuvo que empeñarse mucho para que le dejaran ver el cadáver, "demasiado grande". Hace tres años pidió su historia médica en el centro, y aún no la ha conseguido.