Son tiempos de cambio en los rostros y los discursos de la política y la demanda ciudadana de nuevos mensajes parece así exigirlo. O al menos, eso quedó patente ayer en Zaragoza tras la participación del líder de Ciudadanos, Albert Rivera, en el Foro ADEA (Asociación de Directivos y Ejecutivos de Aragón) que en vísperas de las elecciones autónomicas de mayo organiza para sus socios invitando a todos los líderes de los partidos que concurren a los comicios. Se triplicaron las previsiones y congregó a 600 personas --autónomos, pequeños empresarios y estudiantes de administración de empresas-- dejando sin poder entrar por problemas de aforo a 250.

Rivera --que saltó a la fama hace nueve años por ser azote del nacionalismo catalán y posar desnudo en las autonómicas de la comunidad vecina-- desgranó su programa reformista y respondió a las preguntas de los asistentes, en un debate presentado por el presidente de ADEA, Salvador Arenere, y moderado por el director de EL PERIÓDICO, Jaime Armengol. Este partido aspira a obtener una amplia representación parlamentaria en todas las comunidades autónomas y ayer fue la ocasión oportuna para conocer --hasta ahora se sabía poco-- las ideas que defenderá en Aragón, donde en abril elegirán a los candidatos.

PROYECTO DE PAÍS

Rivera consideró que el proyecto de Ciudadanos es un "proyecto de país, no de partido", un "cuarto proyecto que piensa en España", al igual que los Gobiernos, dijo, de "Suárez, González y Aznar". Para ello expuso algunas de sus propuestas reformistas, que animó a que entren en el "debate" y se mostró "encantado" de que algunas de sus propuestas "sean copiadas por Rajoy".

Defendió un cambio "en el sistema electoral y de partidos" para que estos sean "más democráticos y transparentes", con un sistema obligatorio de primarias y listas abiertas, así como un sistema de elección mediante una candidatura nacional y otra de distrito, para que "cada voto tenga el mismo peso". Entre sus reformas administrativas, defendió "recortar la grasa y potenciar el músculo" eliminando asesores y cargos de confianza, apoyando grandes pactos "por la educación para los españoles y contra la corrupción, incompatible con el espacio público". Rivera afirmó: "No quiero vivir en un país donde el 70% de los ciudadanos piensa que se entra en política para robar".

"¿No es un valor convivir en lugar de enfrentarse? Quiero un país donde sus ciudadanos vivan bien y volver a poner de moda la igualdad y el respeto a las libertades individuales". En este sentido, defendió un modelo de protección social con recetas también de estímulo económico, especialmente para autónomos y pequeños empresarios. En este sentido, defendió una ley "de segunda oportunidad" que permita al que ha perdido su empresa renegociar la deuda con el apoyo del Estado. ¿Acaso no merece una segunda oportunidad quien ha querido crear empleo, cuando otros abandonan la política para irse a grandes empresas o pierden apoyos y los colocan en las diputaciones?", se preguntó. Junto a esta iniciativa, defendió una de sus propuestas económicas estrella: el cheque fiscal que incluye bonificaciones fiscales y un IRPF negativo para "esos siete millones y medio de españoles que trabajan pero no llegan a final de mes", es decir, para aquellos empleados que cobran menos de 12.000 euros al año. Defendió la armonización fiscal y la lucha contra el fraude, lo que permitiría menos impuestos.

No rehuyó las preguntas controvertidas del auditorio, como la que le preguntó por el trasvase, del que se mostró partidario, "respetando el caudal ecológico y si es para agua de boca" y la racionalización de infraestructuras y universidades (aunque eludió decir si suprimiría el campus de Huesca y Teruel". También esquivó el debate de los bienes de la Franja, circunscribiéndolo a un problema eclesiástico (pese a que hubo agentes políticos que intervinieron) y se mostró abierto a los pactos porque el enemigo de Ciudadanos "no es ni PP, ni PSOE, ni Podemos".