Cinco meses después de tomar posesión de la archidiócesis de Zaragoza, el arzobispo Vicente Jiménez ha empezado a tomar decisiones --internas y externas-- que a los entendidos en la materia les dan una idea de cómo quiere regirla. Y entre estas decisiones podría estar la de suprimir las misas de funeral del cementerio de Torrero para que estas se celebren en las parroquias de los finados. Al menos este es el mensaje que han hecho llegar algunos de sus vicarios a los sacerdotes de la diócesis.

La medida no ha sido comunicada a la empresa gestora del camposanto zaragozano (Serfutosa) quien, en colaboración con el Ayuntamiento de Zaragoza, ha llevado a cabo una importante remodelación de las instalaciones para dignificar el duelo y los oficios religiosos y civiles.

De llevarse a efecto, el arzobispado recuperaría para otras tareas pastorales a los tres sacerdotes que actualmente atienden los servicios religiosos católicos, aunque perdería los ingresos que estos reportan. En estos casos serían las parroquias las que percibirían este estipendio.

CONVENIO

La gestora de Torrero tiene firmado un convenio --al parecer, ya caducado-- con el arzobispado zaragozano por el que las funerarias aportan una cantidad fija por funeral --en 2002 era de 30 euros, pero en 2014 se estableció un precio fijo de 86,29 euros--, independientemente de quién lo oficie. Es decir, aunque la familia del fallecido aporte el sacerdote, la funeraria tiene que abonar esta cantidad. De ese dinero, la diócesis entrega una parte a los clérigos que perciben ese dinero como complemento de su sueldo.

En la capilla del camposanto zaragozano se llegan a celebrar hasta 14 y 15 funerales diarios, un número excesivo que, por falta de tiempo, convierte la celebración en lo que muchos denominan funerales exprés.

Otros tanatorios privados de la capital aragonesa ya derivan los oficios religiosos a parroquias próximas y como mucho lo único que se hace en sus instalaciones es un responso, en parte porque carecen de capillas consagradas.

Aunque no hay nada oficial todavía, fuentes consultadas han asegurado que con esta medida los curas del cementerio podrían dedicarse a labores pastorales en otras parroquias, ahora que algunos de los sacerdotes no incardinados en la diócesis han manifestado su intención de volver a sus países de origen, una vez finalizados sus contratos.

Además, se acabaría con el problema que desde siempre ha planteado este destino para muchos párrocos, a los que resulta difícil compaginar la labor en sus parroquias con el desplazamiento a estas instalaciones para la celebración de funerales de sus feligreses, apuntaron las citadas fuentes