Aragón, con el objetivo de dar una salida profesional (y muchas veces también personal) a los chavales que ni estudian ni trabajan, los conocidos como ninis, participa en el desarrollo, junto a cinco entidades de cuatro comunidades más, de una red de escuelas de segunda oportunidad (E2O).

Las bases de este proyecto se sentaron la semana pasada y está previsto que en la primavera del próximo año se firme el documento que acredite a la organización. El plan está dirigido a jóvenes desconectados del sistema educativo y en Aragón es la Fundación Federico Ozanam quien lidera esta iniciativa, en la que participan alrededor de 150 chicos sin apenas estudios, de entre 14 y 25 años, en paro y con pocas perspectivas de encontrar un empleo cualificado.

"Tenemos un abandono escolar muy grande y desde los institutos nos derivan a este perfil de chavales cuando su fracaso es evidente. Este plan sirve para trazar itinerarios con ellos que, sin estudios ni salidas laborales, necesitan recibir una formación básica y un acompañamiento de un tutor para encontrar un trabajo", explicó José María Usón, responsable del Centro Socio Laboral de Federico Ozanam.

GESTIÓN PERSONAL

La organización cuenta con 22 técnicos de empleo, orientadores, profesores y equipos psicosociales que ayudan a estos jóvenes a la hora de gestionar una vivienda, su economía e incluso su salud. "Son mochilas que los chicos llevan con ellos porque su entorno tampoco es favorable. Además de necesitar estudios, requieren necesidades porque su entorno familiar está desestructurado", apuntó Usón.

La red, auspiciada por la Unión para el Mediterráneo y la Oficina de Cooperación Económica para el Mediterráneo y el Oriente (OCEMO), da cobertura a universitarios que han terminado la carrera y necesitan de un apoyo para buscar un trabajo hasta chavales que apenas saben escribir su nombre.

"Desde hace dos años ya colaboramos en un proyecto europeo y nuestra experiencia con jóvenes es de 25 años", añadió Usón. El objetivo de esta red española es, entre otros, "definir colectivamente un modelo español y estrechar los vínculos con empresas y con las administraciones públicas", según recoge el manifiesto suscrito la semana pasada por los primeros centros adheridos.

Junto a Ozanam está el colectivo catalán El Llindar, las vascas Peñascal Kooperatiba y Fundación Adsis y las también fundaciones Don Bosco (con sede en Andalucía) y Tomillo (en Madrid). Sus funciones están previstas por la Comisión Europea desde 1995, cuando fueron incluidas dentro del Libro Blanco sobre Educación y Formación, pero estas escuelas todavía hoy carecen de un reconocimiento oficial en muchos países.

ENSEÑANZA

Pertenecer a un grupo como estos no otorga ese reconocimiento, ni garantiza unas fuentes de financiación, pero sí que les dota, al menos, de una herramienta de acción conjunta. "Conseguir que alguien se matricule en un grado medio o que un chico que trabaja por las mañanas vaya a clases por la tarde para sacarse la ESO será un éxito. Es el premio a este trabajo, que también implica a las empresas porque son quienes en un futuro emplearán a estos jóvenes, que están ahora desconectados", precisó Usón. Las escuelas de segunda oportunidad tienen dos objetivos claros: ayudar en la educación y favorecer la empleabilidad. Sin embargo, esa formación "va más allá", tal y como aseguró Rosa Jiménez, coordinadora de este proyecto en la Fundación Federico Ozanam.

"En ningún momento perdemos la labor humana, porque es además el sentir de esta fundación. Yo siempre les digo a todos que, a parte de que quiero que terminen con unos estudios y con un trabajo, me encantaría que salieran de aquí siendo mejores personas", añadió Jiménez.

El seguimiento de cada uno de los 150 jóvenes que forman parte de esta red es muy "cercano" y, al mismo tiempo, "diferente" en función del contexto de cada perfil. "Asistimos a situaciones de todo tipo, algunas muy duras y que, personalmente, te llegan a afectar. Te implicas porque quieres ayudar a que ese chaval, que tiene ganas y las demuestra, salga adelante. Hay fracasos escolares muy evidentes y, en cada caso, siempre se hace un acompañamiento diario", apuntó Antonio Salvador, profesor de Formación Básica.

"Ojalá consiguiéramos que todos los casos, en uno o dos años, acabarán con un contrato, porque el interés que presentan es muy alto y cuando hacen las prácticas se muestran responsables", añadió.

La convivencia entre los jóvenes de Ozanam, la mayoría de ellos inmigrantes, es muy buena. Solo hace falta asistir a uno de los talleres que se realizan en el centro del barrio de San Pablo para comprobarlo. "Hay un choque de culturas y eso no lo olvidamos", aseguró Salvador.

De hecho, a raíz de los recientes atentados en París, en esta escuela de segunda oportunidad también se ha debatido estos días sobre el yihadismo y los actos terroristas. "Entre ellos hablan, porque muchos son musulmanes y otros no, pero se respetan y se tratan como un grupo de amigos. La convivencia es nuestro objetivo también", señaló el profesor.

Aunque los títulos que los jóvenes consiguen en esta red contra la desconexión escolar no son oficiales, esta vía de enseñanza no reglada contribuye a que muchos recuperen la ilusión por retornar a los estudios.

Incluso las entidades que desarrollan estos proyectos piensan que podrían ser una alternativa real a las actuales opciones de Bachillerato y Formación Profesional de grado medio.