Caspe luchó durante años por tener un coto de pesca que ordenara esta modalidad deportiva y pusiera fin al furtivismo. La fórmula se puso por fin en marcha el pasado 1 de julio y, en los más de ocho meses transcurridos, el balance es positivo. "Todavía habrá que esperar un tiempo para ver los efectos de la creación del coto, pero ya se puede decir que la situación ha cambiado a mejor", señala María Luisa Serra, presidenta de la Sociedad Deportiva de Pesca de Caspe.

Para empezar, apunta, las orillas del mar de Aragón ya no se llenan de pescadores, muchos de ellos furtivos, como pasaba hasta hace poco. Los ilegales no han desaparecido, simplemente se han movido aguas arriba, a zonas no vigiladas.

La disminución de usuarios ha tenido otra consecuencia visible: las márgenes del pantano están más limpias. El furtivismo generaba muchos residuos, desde latas y plásticos a peces en putrefacción. "Ahora no se llenan los contenedores con la rapidez que lo hacían antes", apunta Serra, que recuerda que a menudo los intrusos ensuciaban los sitios donde acampaban, además de invadir las fincas agrícolas lindantes.

El embalse de Caspe llegó a ser muy frecuentado por aficionados a la pesca del siluro y de la perca de toda Europa. Ese turismo, muy beneficioso para la comarca, había ido declinando debido a que el furtivismo estaba diezmando la riqueza pesquera.

Pero últimamente, según la presidenta de los pescadores caspolinos, ha empezado a volver, con el consiguiente beneficio para los negocios relacionados con la pesca que han ido asentándose en torno al embalse.

El coto abarca 444 kilómetros cuadrados, el 54% de los cuales se hallan en el término de Caspe. Para poder pescar en él basta con pagar entre 1,50 y 6 euros diarios, además de poseer el correspondiente permiso.

No es que el furtivismo, que llegó a poner en peligro los campeonatos de pesca, haya desaparecido totalmente. Los ilegales siguen acudiendo, pero en menor número. Y tampoco la suciedad es una cosa del pasado. Pero al menos el coto supuesto una mayor protección para el mar de Aragón. "La colaboración ciudadana es muy importante", subraya Serra, que indica que ahora las orillas son vigiladas por los guardas del organismo que gestiona el coto, además de los agentes de la naturaleza de la DGA y la Guardia Civil, "que pronto dispondrá de una embarcación" que facilitará su tarea.