La iglesia de Santa Ana de Brea de Aragón se llenó ayer de feligreses y curiosos para contemplar un fenómeno que se produce desde que existe el templo en la noche de San Juan. A las ocho de la tarde, la magia y el gran trabajo del arquitecto zaragozano Juan Marca, del siglo XVII, hace que el último rayo de sol del día que entra por la ventana de la capilla del Rosario incida directamente en el centro del Calvario del retablo mayor.

Los juegos de luces y sombras y los efectos luminosos naturales adquieren un aspecto singular en la iglesia barroca. Se trata de una circunstancia que, lejos de ser casual, fue buscada deliberadamente por el artista. El hecho se repite cada 24 de junio y nunca faltan las personas que se agolpan para contemplarlo.