El próximo 28 de enero cerrará sus puertas, y con él se cerrará una página de la vida nocturna de varias generaciones de zaragozanos, el Licenciado Vidriera, garito del Casco que desde la Nochevieja de 1987 ha animado ininterrumpidamente las noches de esta zona de la ciudad y se ha convertido en un clásico de la vida nocturna zaragozana.

Ahora, un promotor particular ha comprado el edificio en cuyos bajos está el local, apenas 110 metros cuadrados en una planta y una bodega, y de esta manera expira automáticamente el viejo contrato que Juanjo Hervías y Mario Meneses pagaban mensualmente por el Licenciado. «Sabíamos que algún día llegaría este momento, y no podemos hacer nada. Nos da mucha pena dejar este lugar, que ha sido nuestra vida, en él empezamos jóvenes y nos vamos con nuestros hijos manejando el negocio y nosotros con nietos», indica resignado Juanjo, uno de los socios.

Este edificio, situado estratégicamente en una de las zonas más turísticas de Zaragoza, el chaflán de la calle El Temple con la plaza del Justicia o San Cayetano, pronto será un moderno edificio de apartamentos de calidad y un local destinado a otro negocio. «Nosotros preguntaremos las condiciones si hay un nuevo local, pero pase lo que pase, nada será como el Licenciado. Uno de los puntos fuertes del establecimiento es su terraza, en una plaza muy concurrida.

Este bar, caracterizado por tener una clientela de 20 a 50 años, amantes del bailoteo y la música pop-rock española de los años 80 y 90, superó las dificultades de la crisis económica y los cambios de hábitos nocturnos hasta permanecer abierto ininterrumpidamente casi tres décadas. «Aquí la gente deja muchos recuerdos, muchos se han enamorado, otros han hecho grandes amistades, se han divertido muchísimo y todos lo hemos pasado muy bien», indica con cierto punto de nostalgia Juanjo, para quien lo más importante es que «durante casi 30 años hemos hecho más que amigos, y eso nos enorgullece», asegura.

En una de las paredes de este local, refugio habitual de periodistas y sus fuentes y de grupos de amigos y compañeros de trabajo que tienen algo que celebrar, se puede leer Que como mejor estemos sea como ahora. Un inspirador lema en un garito con alusiones cervantinas. Mientras los socios dudan si hacen una fiesta de despedida con la clientela, en los próximos años el paisaje de esta zona habrá cambiado. Posiblemente el edificio será más bonito. Pero será difícil que en los bajos se repita el mismo sabor y personalidad que deja el licenciado.