Para visitar el refugio de la Renclusa hay que desplazarse hasta Benasque. Este edificio se sitúa a 2.140 metros de altitud y tiene capacidad para albergar a 94 personas. Su dueño, Antonio, lleva toda la vida dando servicio a los montañeros que se acercan hasta ahí para pasar la noche o reponer fuerzas. Aunque durante la época invernal el número de personas que practican montaña se reduce considerablemente, el refugio no cierra nunca.

«La semana pasada apenas subió gente por el temporal. Cuando empezó a nevar tanto, había una pareja a la que le aconsejamos que bajara antes de que todo se pusiera peor. En el interior del refugio solo se quedaron dos trabajadores», explicó Lanfón.

La prevención es una de las labores más importantes para el personal de La Renclusa. «Cuando va a hacer mal tiempo, nos encargamos de avisar a la gente para que no suban y sean conscientes de que si lo hacen pueden quedarse aisalados durante unos cuantos días». apuntó.

Por otro lado, ante la posibilidad de que la nieve dificulte la salida del refugio, es imprescindible tener una buena despensa cargada de agua y comida. «Siempre tenemos que en cuenta que haya suficiente sustento como para que los clientes puedan pasar aquí varios días. También revisamos que funcione la calefacción y que haya suficientes bombonas de butano. Queremos que todo el mundo que se acerque hasta aquí se sienta como en casa», manifestó.

Una vez que el temporal pasa y todo vuelve, más o menos, a la normalidad, los trabajadores del refugio se encargan de salir para tener conciencia de la situación. «Solemos dar una vuelta por los alrededores para saber cómo y cuánta nieve ha caido. Además, nos llevamos material para hacer un corte de nieve y ver si está estable o si hay riesgo de avalanchas. De esta manera podemos aconsejar a la gente y les indicamos si es seguro subir o si deben aplazar la salida para más adelante», explicó.