A primera vista, Cantavieja parece flotar sobre el Maestrazgo. Quizá por su elevada altitud, pues se halla a 1.299 metros sobre el nivel del mar. O por el hecho de estar construida sobre una roca desde la que se domina un paisaje de barrancos y laderas nevadas. O porque es como un privilegiado mirador sobre el Mediterráneo, situada como está a solo 70 kilómetros en línea recta de las playas de Peñíscola.

Esa ingravidez se ve acrecentada por la sensación de lejanía del resto de Aragón. A Cantavieja se llega siempre, desde Teruel o el Valle del Ebro, siguiendo tortuosas carreteras llenas de curvas, superando una sucesión de puertos de montaña y atravesando intactos pueblos de piedra.

De manera que, al divisar su perfil amurallado, en lo alto de un peñasco, el viajero sabe antes de llegar que está indiscutiblemente ante uno de los pueblos más bonitos de España en Aragón.

«Nuestro turismo es sobre todo de la Comunidad Valenciana y de Cataluña, más cuatro de Zaragoza que se pierden por aquí», explica Ricardo Altabás, alcalde de la localidad, sentado en su despacho del ayuntamiento medieval, que está colgado sobre la vega del río Cantavieja.

En el Maestrazgo duele que la capital de Aragón les trate como a una perdida e ignota comarca, cuando en realidad está tan cerca del mar que sus habitantes sienten como una tentadora llamada el pulso fuerte del Levante industrial y populoso.

«Somos un caso único en la provincia de Teruel, ya que más de la mitad de la población tiene menos de 45 años», subraya el regidor. «Hay mucha iniciativa privada, muchos autónomos, y, con algo más de 700 vecinos, tenemos los mismos servicios que una ciudad de 10.000 habitantes», dice Altabás.

Cantavieja es capital comarcal y cuenta con centro de salud, cuartel de la Guardia Civil e instalación para la revisión de vehículos de motor (ITV), así como con un instituto de enseñanza media.

Rebaños y telares

Su economía depende en gran medida del turismo, pero la ganadería extensiva posee igualmente importancia en su término. De hecho, los grandes rebaños de ovejas y los telares que abundaron en la zona entre los siglos XVI y XVII generaron riqueza y explican la belleza y solidez de muchos edificios.

El terreno montañoso en que se asienta Cantavieja constituye un hábitat especial que gira en torno a las masías, donde se concentra la cabaña ganadera. «Tenemos censadas 125, pero solo 15 están habitadas en la actualidad», precisa Marta Monforte, concejala de Cultura.

La escasez de tierras de cultivo y la dureza del clima han obligado a desarrollar una forma de vida pastoril y forestal desde tiempo inmemorial. Pero el turismo ha sido realmente el factor que está ayudando a retener a la población.

«Cada visitante busca algo distinto en el Maestrazgo», asegura Ricardo Altabás. Por eso en Cantavieja se huye de la especialización y se trata de dar respuesta al turismo con una oferta variada que incluye desde el patrimonio monumental y cultural a la gastronomía, pasando por la afición a las setas y la práctica de deportes como el senderismo, la bici de montaña y la escalada.

Las características especiales de la localidad han hecho que, desde el pasado año, el Club de Atletismo Playas de Castellón la haya elegido para celebrar sus colonias deportivas. Otro punto fuerte de Cantavieja son los festejos taurinos. «Somos el pueblo de Aragón con mayor número de fiestas en torno al toro», subraya el alcalde.

Los festejos, que atraen a una gran cantidad de aficionados, se celebran un día al mes, de mayo a noviembre, y la plaza y las calles adyacentes se cierran para soltar vacas y toros embolados o presenciar las piruetas de los recortadores.

Mucho que ver

Desde que Cantavieja figura entre los pueblos más bonitos de España, el número de visitantes ha ido en aumento. El año pasado, por ejemplo, en la oficina de turismo se registraron 28.000 consultas, que se considera una buena cifra.

Las posibilidades que ofrece un recorrido por la villa son muy amplias y variadas. Se puede visitar el Museo de las Guerras Carlistas, la iglesia de San Miguel y la ermita erigida en el solar donde se hallaba el castillo templario. Pero, sobre todo, no hay que perderse la famosa plaza porticada donde se ubican el ayuntamiento y la iglesia de la Asunción, en cuyo campanario se ha instalado una recreación de la escuela del barrio rural de Barranco de San Juan. Porque Cantavieja es como una lección viva de historia.