Las fiestas patronales esconden tradiciones tan antiguas como la del Cipotegato de Tarazona (Zaragoza), un personaje vestido de arlequín que este año hará el recorrido más largo de su historia bajo un manto de tomates que teñirá las calles de rojo y con el que comenzarán los días más esperados del año.

Este curioso vecino de Tarazona ha estado presente en la historia de la ciudad al menos desde el siglo XVIII, según figura en un acta de la catedral. En este documento hablan del Pelexo del Gato, un personaje que acompañaba la procesión del 'Corpus Christie' persiguiendo a los niños para evitar que entorpecieran los actos litúrgicos.

Después, el Ayuntamiento de Tarazona recuperó la tradición abonando una paga a quien hiciera de Cipotegato y a día de hoy esta simpática figura es en sí misma una institución y un símbolo de la ciudad, tanto que en la plaza en la que se encuentra el Consistorio hay una estatua en su honor y en 2009 fue declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional.

Con esta trayectoria no es de extrañar que encarnar al Cipotegato sea un privilegio para los habitantes de esta ciudad, ubicada en la comarca de Tarazona-Moncayo, junto al monasterio cisterciense de Veruela, donde Bécquer escribió 'Cartas desde mi celda'.

Así lo vive el joven que se vestirá este año con el traje del Cipotegato y cuya identidad se mantiene anónima hasta al mediodía de mañana domingo, 27 de agosto, cuando den comienzo las fiestas en honor a San Atilano.

Solo se sabe que tiene 33 años y que ha conseguido convertirse en el nuevo Cipotegato tras presentarse diez veces al sorteo.

"Este domingo cumpliré un sueño que he tenido desde pequeño, cuando subía con mi familia a la plaza para ver al Cipotegato. Poder representar el sentimiento de toda una ciudad es muy especial", ha indicado a EFE este joven, quien desde el pasado 25 de junio esconde el secreto mejor guardado de la ciudad.

Como es habitual, él mismo ha elegido el recorrido que hará desde la puerta del Ayuntamiento. Se trata del itinerario más largo (1,7 kilómetros) y exigente que se ha hecho hasta el momento, ya que subirá a la parte más alta de la ciudad, hasta la iglesia de San Miguel.

Quería pasar por la casa de su abuelo porque, según cuenta, él le transmitió el amor a su ciudad, para después continuar hasta el barrio más alto y cumplir la promesa que le hizo al "cura Jacinto".

"Me pidió que llevara al Cipotegato a San Miguel porque hacía muchos años que no pasaba por ahí y, aunque ya no lo va poder ver, subo hasta allí en su honor, es un recorrido muy especial para mí", ha enfatizado.

Desde el momento en el que salga por la puerta del Ayuntamiento, el Cipotegato recibirá una lluvia de kilos de tomates que le acompañará durante toda la carrera por las calles de la ciudad hasta que entre a hombros en la plaza de España y suba a la estatua erigida en su nombre, desatando la euforia de las miles de personas congregadas allí.

A continuación entrará en el Consistorio, donde le esperarán todos los Cipotegatos, los que han tenido el honor de vestir ese traje en los últimos años, y se quitará la máscara para desvelar su identidad.

De momento, el nuevo Cipotegato ha asegurado que no ha levantado sospechas a su alrededor, y eso que no ha dejado de pensar en ello ni un solo día desde que conoció la noticia el pasado mes de junio.

El número de personas que quieren representar a este emblemático personaje aumenta cada año, hasta los 155 aspirantes registrados en este 2017, de los cuales diez han sido mujeres.

En la historia del Cipotegato, sólo dos mujeres han interpretado a este personaje. Loreto Velilla fue la primera en 1993 y hubo que esperar 18 años para ver en 2011 a otra mujer -Pilar Galindo- vestir el traje.

En total, hay tres trajes de Cipotegato, confeccionados por José Redal, que son utilizados en función de la talla de cada persona. El más antiguo cuenta con 50 años.

Después del recorrido, el traje, que suele quedar teñido de rojo por los 'tomatazos' recibidos, se limpia y arregla a conciencia y se custodia en el Ayuntamiento hasta el próximo año. Pero antes de que esto ocurra, los turiasonenses habrán disfrutado de seis días de fiestas a lo grande en honor a San Atilano.