La traducción (José Ramón Monreal) de El conde de Montecristo, de Alejandro Dumas, permite volver a gozar de este clásico en todo su esplendor. Libro de ficción maravillosa donde los haya. El mismísimo García Márquez llegó a decir que esta era la novela que realmente le hubiera gustado escribir. En la nueva edición de Navona, en sus más de mil páginas, trufadas de infinidad de episodios, la Francia de primer tercio del XIX asoma con toda su riqueza. Edmund Dantes, el héroe y protagonista, víctima de una conspiración que dará con sus huesos en el castillo de If, era novio de Mercedes, una joven catalana que vivía en un poblado de Marsella. Dumas describe a los catalanes como «los gitanos del mar», una especie de tribu que no se realacionaba con los demás franceses, regida por leyes emdogámicas y un dialecto que los marselleses no entendían. La visión de Cataluña desde el París de Dumas no responde para nada a ese supuesto y glorioso pasado que los indepes han inventadopara hacerse un pedrigrí...

En la novela, que sí es realmente gloriosa, abundan los llamados tipos y las muestras de picaresca y sabiduría popular. Refranes como Chi ha compagno ha padrone (Quien tiene un socio tiene un amo) pueden seguir aplicándose a infinidad de situaciones actuales.

Aq la relación amor/odio entre el partido Popular y Ciudadanos, por ejemplo. ¿Quién es el amo allí y quién el socio, Rivera o Rajoy, Rajoy o Rivera? la dificultad de esclarecer la turbulenta relación que hoy rige entre ambos radica en su propio origen. Porque ¿realmente se aliaron el PP y Cs? ¿Fue el suyo un pacto de legislatura o un mero acuerdo para sacar adelante los presupuestos generales del Estado y un determinado paquete de leyes? Ahora mismo, tras haberse negado Cs a conceder un diputado en el Parlamento catalán para que Albiol pueda formar grupo parlamentario, tras haber abimado los populares a presentarse a Inés Arrimadas con el ambiguo propósito de empujarla a una derrota, tras las críticas cruzadas entre los segundos de a bordo, la amistad y el refrán se han roto, negándose ambos, Rajoy y Rivera, Rivera y Rajoy, a aceptar la jefatura del otro.

Pero mientras su novela avanza en tragicómicas escenas, lean o vuelvan a leer las maravillosas aventuras de El conde de Montecristo.

Saldrán ganando.