Era la víspera de la Cincomarzada de 1992 y Zaragoza se despertaba con la muerte violenta de una joven funcionaria de la DGA, Mercedes Lázaro San Miguel. Su asesino había actuado de noche, sin testigos y sin cometer error alguno que le descubriera. Parecía un crimen perfecto.

Más de un mes después, el responsable de dicha muerte volvía a actuar. Era la noche del 16 de abril del mismo año. La víctima fue una estudiante de Magisterio, Eva María Aznárez. Era Jueves Santo. En este crimen el autor cometió fallos que en aquel momento generaron sospechas y que ahora han permitido al inspector jefe del Grupo de Homicidios de la Jefatura Superior de Policía de Aragón, Marco Antonio Navarro, determinar que el responsable fue Malcom Harvey.

Incriminación

La prueba incriminatoria más importante fue un medallón de oro (en la imagen) que apareció junto al cadáver de esta mujer. Los investigadores han determinado que era la joya que había sido entregada a todos los militares norteamericanos que habían estado destinados en la base siciliana de Comiso. Malcom Harvey había estado allí antes de trasladarse a Zaragoza.

Un dato que la Policía completó con la declaración de uno de los entrenadores de baloncesto del centro militar americano en la capital aragonesa, donde residía este joven de 22 años. Señaló que ese medallón lo había visto en los vestuarios, si bien no pudo determinar con exactitud a quién pertenecía. Lo mismo pasó con uno de sus compañeros de equipo, aunque los agentes pudieron acotar el círculo hasta el punto de que hicieron un repaso de los anuarios en los que aparecían los jugadores. Ahí aparecía Malcom Harvey con esta pieza de oro.

Esta fue la confirmación de una sospecha. Como publicó EL PERIÓDICO en aquella época, prestó declaración ante el FBI que resaltó su colaboración desde el primer momento, incluso se sometió a pruebas de huellas dactilares, palmares y restos de saliva para poder practicar el ADN.

En aquel momento, Harvey reconoció que el día en el que ocurrieron los hechos se encontraba viviendo en la base zaragozana y dio una versión de los hechos que le distanciaba de los lugares de los asesinatos.

Las pruebas que le practicaron dieron un resultado negativo, por lo que las autoridades judiciales zaragozanas no llegaron ni a pedir su extradición para ser juzgado en España.

Detenidos

Harvey no fue el único sospechoso del crimen. De hecho, en febrero de 1994, dos años después de que muriera Mercedes Lázaro, la Policía detenía a un hombre. Era un hombre casado, sin antecedentes penales y que los agentes de la época destacaban como «una persona que llevaba una vida absolutamente normal, libre de toda sospecha». Era un vecino del edificio de la calle Fueros de Aragón en el que vivía la víctima.

También se investigó a un hombre que iba disfrazado de vigilante jurado y atacó a una joven enfermera en su garaje del barrio zaragozano del Actur. La golpeó brutalmente con una porra, si bien ella consiguió arrebatarle el arma y salir corriendo hacia el ascensor. La persiguió, pero no logró hacerle nada más.