Son modestos, llenos de vitalidad y ganas, pero no quieren protagonismo pese a que con su labor han hecho historia en Aragón y en España. «Somos un apoyo al alumno y una alternativa al profesor, en ningún caso somos la Policía», dicen. Este grupo de 25 estudiantes de Secundaria del instituto Parque Goya, en Zaragoza, habla alto y claro contra el acoso escolar. Ha tejido, con ayuda de sus profesores, una red de prevención en la que, además de charlas y consejos en otras aulas o centros, media en los conflictos y atiende situaciones personales de acoso. «Nuestro objetivo es ofrecer una solución sin la ayuda de los docentes», explican a este diario.

Intentan abordar todas las cuestiones, pero estos adolescentes están especializados en el acoso a través de las redes sociales. Son ciberayudantes. «La gente nos conoce, entregamos nuestras fotos y un listado con los nombres, así que cualquiera puede contactarnos. En ningún momento se hace público, sino que todo se lleva en secreto y con discreción», argumentan. También compañeros o amigos que estén siendo conscientes de un hecho de acoso sobre un alumno pueden denunciarlo.

«A muchos les da vergüenza y otros piensan que les van a llamar chivatos. Debe quedar claro que la víctima no es la culpable de la situación de acoso, sino que lo es quien lo ejerce», afirman con rotundidad. El proyecto de ciberayudantes empezó hace unos cuatro años, de la mano de Jesús Prieto, un antiguo profesor del instituto. En Parque Goya también cuentan con un nutrido grupo de 25 alumnos ayudantes para situaciones de acoso, más allá de las nuevas tecnologías. «Me siento muy orgullosa de todos ellos y los resultados del proyecto son muy positivo. Lo mejor es poder combinar un modelo de aprendizaje con un servicio de ayuda, es enriquecedor», cuenta Pilar García, directora del centro.

Durante todos estos años han descubierto casos de acoso, los han solucionado y, por lo general, «casi siempre» se han encontrado con la misma respuesta por parte del agresor. «La mayoría de las veces lo niega y se desentienden de la situación. O si lo admiten es en parte, porque dicen que la otra persona también ha hecho algo», explican. Hablan de situaciones en Secundaria, pero también en Primaria, algo que les preocupa al tratarse de edades tempranas. «Cuanto más mayores somos, hay más respeto hacia la otra persona. Y percibimos que las situaciones de acoso en el instituto han bajado», dicen.

El anonimato de las redes

Su labor ha traspasado las fronteras del Parque Goya. De hecho, cuentan que durante una charla en un colegio un alumno que sufría acoso lo denunció en público, delante de todos, a raíz de las recomendaciones y consejos de estos ciberayudantes. «Se atrevió y es algo que recordamos como ejemplo de que nuestra labor sí llega a la gente», apuntan. Eso sí, inciden en que las redes sociales son «un escondite» para el acosador, que se siente «más valiente» al poder ser anónimo y actuar sin descubrir su identidad. «Ahí recae la importancia de denunciar la situación y contarlo, porque nosotros a todas las redes sociales no podemos llegar. No lo vemos si no es públco, como un storie en Instagram, por ejemplo, y se nos pasan casos», dicen.

Se reúnen una vez al mes y, ahora, lo harán una vez a la semana con motivo del observatorio contra el acoso del propio centro. «Nuestra actuación no debe quedar como una mera charla que damos en clases o en institutos, no es el objetivo, sino que hay que dejar una reflexión», dicen. «Hay que actuar, decir algo contra el acoso escolar», añaden. «Y no ser meros espectadores», recalca la directora.