El día de Todos los Santos / El cementerio zaragozano de Torrero
La crisis impulsa un duelo de bajo coste
El esparcimiento de cenizas en espacios gratuitos aumentan más de un 47%. Las incineraciones se consolidan en un 55% del total y se disparan los traslados

La crisis impulsa un duelo de bajo coste
D. L. G.
La muerte no está exenta de los recortes que trajo la crisis a las economías domésticas. El cementerio de Torrero es siempre fiel reflejo de los vaivenes de una sociedad zaragozana que trata de adaptarse a la nueva realidad, más eficiente y barata para el común de los mortales, y con importantes diferencias en la brecha entre las clases más pudientes y los que no tienen ni para costear el entierro de sus seres queridos. Eso, en un sector como el funerario en el que la clientela no baja, con los 5.500 fallecidos de media estable que entran cada año en el camposanto.
Lo que ha conseguido la crisis es consolidar a la incineración como opción predominante, desde el 38,8% del total que representaba en el 2002 al 55,35% que representa en lo que va de este año. Son 2.513 de los 4.540 unidades de enterramiento totales que se llevan este año, por 2.027 inhumaciones, o 3.125 de las 5.683 que hubo en el 2017, por 2.558 de enterramientos tradicionales en nichos y tumbas. No es casualidad que el ayuntamiento lleve construidos más de mil columbarios en el último año.

La crisis impulsa un duelo de bajo coste
La cremación es más barato de mantener para las familias y más económico también para el consistorio de construir nuevos espacios. En los últimos años se han aprovechado los laterales de las grandes manzanas de nichos para estas edificaciones para alojar las cenizas, y aún hay margen para muchos más. Pero el auge de la incineración también se ha dejado notar en los espacios donde depositarlas es gratuito. En el 2017, se contabilizaron un total de 232 urnas recogidas junto al jardín de las cenizas (181) y el pebetero (51), lo que representaba un 47,7% de incremento con respecto a los 157 globales del 2016 (con 116 y 41, respectivamente).
En este 2018, las cifras apuntan a batir un nuevo récord. En el pebetero, con 63, ya hay más que en todo el año pasado. En el jardín ya van por 122 a fecha de 30 de septiembre, con tres meses todavía por delante, los de mayor mortandad del año.
En el caso del jardín de las cenizas, estrenado hace seis años en Torrero, cabe también la posibilidad de tener una inscripción que recuerde a la persona que se llevó allí para su descanso eterno. Y esto se mantiene en una tendencia estable que en el 2018 parece que repuntará. En su primer año fueron 37 casos, era la novedad, pero después bajó a 22 y 13 en los años posteriores. En el 2015 remontó a los 23, en el 2016 bajó de nuevo a 14, el año pasado volvió a ser de 24 y en este ejercicio ya van por 23. Quizá regrese a la senda pronto del estreno en Zaragoza.
SERVICIOS GRATUITOS // Otro efecto medible de cómo golpea la crisis a las familias más vulnerables es el de los llamados servicios gratuitos, que se costean por parte del ayuntamiento ante la imposibilidad de asumirlo por los familiares. En el 2016 y 2017 se contabilizaron 76 casos de estas características, el año pasado bajó a 45 y en lo que se lleva del 2018 ya se llevan contabilizados 62. Pero lo más llamativo en la estadística es ver el peso que tiene en ella las inhumaciones, más del 90% de los zaragozanos atendidos en lo que va de año -en el 2015 eran dos de cada tres-, y cómo el porcentaje de incineraciones van descendiendo progresivamente. Los 25 servicios de hace cuatro años fueron solo 6 en el 2017 y en lo que va del actual ejercicio. La cremación se ajusta mejor al bolsillo para el duelo.
Otro elemento destacado que también se vincula a la crisis económica y al reajuste en los costes del duelo familiar tiene que ver con los traslados. Restos que se agrupan en el mismo nicho, que se llevan a columbario, que acaban en la fosa común... La tradición familiar de una lápida por persona fallecido, salvo en panteones y capillas, o contadas excepciones, lleva camino de ser algo minoritario en el futuro. Porque es más barato mantener un nicho que cuatro o más, o porque a esta opción se le ha perdido el miedo.
«Los muertos también se mueven con la crisis», señala la responsable del cementerio en el Ayuntamiento de Zaragoza, Elena de Marta, a la vista de los 1.525 traslados de restos que se llevan contabilizados este año, un 40% más que los 1.169 del 2017 y, a falta de dos meses (a fecha de 22 de octubre) muy por encima del año que fue récord en Torrero, el 2015 con 1.346 casos. Eso es aún más destacado si se compara con los años previos a la crisis, donde el ejercicio más llamativo fue el 2002 con 918 traslados, en una franja de años, la del 2000 al 2007 en la que se promediaban unos 700 casos, menos de la mitad que ahora, en los que se aproximan al número total de inhumaciones, 2.027 en este 2018. Es decir, parece que se mueven casi tanto como se inhuman.
A esto contribuye también que haya más exhumaciones para llevar restos a la fosa común. Se han incrementado, de los 622 casos que hubo el año pasado a los 805 que se llevan en el 2018. Y también ayuda el proceso de regularización de tumbas y nichos que se inició la pasada legislatura para detectar concesiones no renovadas o con titular desconocido o ilocalizable, que ha permitido liberar muchas de estas unidades de enterramiento para ponerla a disposición de la ciudadanía. Este proceso ha llevado a renuncias de concesiones y ahorrar a la Administración. Porque la clientela no baja en tiempos de crisis.
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