Una voz inconfundible. Periodista. Feminista. Líder en su franja horaria. En definitiva, una referente en los medios españoles. Ella es Pepa Bueno (Badajoz, 1964), la acompañante matutina de los oyentes del programa Hoy por Hoy de la Cadena SER. Este lunes ha recibido el premio Radio Huesca en su 85 aniversario junto al cineasta Carlos Saura y el viernes estará en Zaragoza con motivo de la primera edición de las Jornadas Internacionales Feministas que organiza la revista CTXT.

--¿Contenta por el galardón?

--Todos los premios son una alegría, pero este, en concreto, junta dos cosas que me encantan: una, la radio, y dos, Huesca. Son dos pasiones unidas.

--Ha recibido muchas distinciones, algunas de ellas relacionadas con la igualdad en la comunicación. En concreto, en el Premio Cortes de la Real Isla de León se le valoró su implicación en el 8 de Marzo. ¿Cómo recuerda ese día?

--Fue un día muy emocionante y los prolegómenos también. Yo creo que el éxito del 8 de marzo de 2018 en España fue el debate que se generó antes de que se celebrara la propia jornada. Empezar a hablar de asuntos de nuestra vida cotidiana que, probablemente, no habíamos debatido nunca en familia o con los amigos... ese fue el éxito real. Y luego la jornada, es verdad, que desbordó todas las previsiones.No solo en Madrid o en las grandes ciudades (donde fue evidente y notorio el éxito de las manifestaciones), sino que aquí, en Aragón, por ejemplo, me mandaban amigas fotografías de pueblos pequeños del Pirineo, donde las mujeres habían salido a la plaza. Ese es el éxito de una convocatoria así.

--¿Usted cree que el 8-M implicó un cambio en la sociedad española?

--Los cambios son lentos. Los cambios no se producen nunca por un día, aunque sea un día solo lo que veamos en los libros de historia. El movimiento feminista siempre se ha movido así.

--Entonces, ¿en qué punto nos encontramos dentro del feminismo?

--Estamos en una cuarta ola imparable de feminismo, pero no hay que generar la expectativa de que esto se arregla en dos días. Si la primera ola fue el acceso a la educación; la segunda, el voto; la tercera, el control del propio cuerpo; esta ya ha tocado hueso. No será fácil y habrá mucha resistencia, pero yo creo que no tiene marcha atrás. Lo que toca ahora es el poder político y económico, que es ahí donde todavía es muy anecdótica la presencia de las mujeres.

--¿Podemos hablar ya de feminismos en plural?

--A mí me abruma mucho este afán que tenemos ahora de fragmentarlo todo. "Feminismos en plural". Bueno, como todo en la vida, nada es monolítico. Hay muchas maneras de ser feminista. Hay mujeres feministas muy distintas y muchos hombres que participan de la evidencia de que hay cosas que tenemos que hacerlas y punto. Nosotras no somos un colectivo. Es mentira. No tenemos nada que ver unas con otras: tenemos aspiraciones, formación, ideologías... diferentes. Coincidimos en que hay un pacto mínimo que dice que queremos disfrutar de la libertad de ir por la calle y movernos por el mundo y trabajar en igualdad de condiciones.

--¿Qué modelos a seguir existen actualmente?

--Hay referentes históricos del feminismo, mujeres que han empeñado su vida, su carrera y su talento en ponerle foco a una situación que no era fácil. Pero, ¿referentes actuales? Referentes eres tú y es cualquier mujer que quiere disfrutar de su autonomía, ya está. Yo no tengo por qué discutir que Amaia sea un referente para las chicas más jóvenes, ¿por qué no? ¿Quiénes somos nosotros para decirles a las mujeres jóvenes cómo tienen que ser feministas?

--Ahora que están tan en boga los límites del humor, ¿considera que el feminismo colisiona, a veces, con lo políticamente correcto?

--Hemos partido en esta conversación de la base de que hay bastantes maneras de entenderlo (el feminismo) y, por tanto, habrá quien tenga una sensibilidad extrema en determinadas expresiones. Yo no tengo ningún problema con la libertad de expresión, incluso en aquellos asuntos que a mí me disgustan, me repelen o me provocan desagrado. Chistes de malísimo gusto de feministas y tal. Lo que hago es no escuchar ese canal en cuanto los oigo. Y punto.

--Uno de los grandes lastres de España es, sin duda, la violencia de género. ¿Cómo los medios de comunicación podemos contribuir (si es que podemos) a erradicar este problema? ¿A qué discurso nos atenemos?

--Llevamos muchos años con esto. El 17 de diciembre del 98 asesinan en Granada a Ana Orantes. Un asesinato machista de libro. Se separa y en una de estas, él la ata a una silla, en la casa que compartían, y la prende fuego porque ella se había atrevido a ir a la plaza nueva del pueblo (ahora la plaza nueva del pueblo son las redes sociales, hace 25 años era la televisión) a contar su tragedia. Y a contarla en los espacios que les dejaban a las mujeres, programas que se despreciaban por parte de la gente que mea colonia; programas de marujas, programas de testimonio que fueron las rendijas que las mujeres encontraron para contar lo suyo. El caso de Ana Orantes nos obligó a reflexionar a todos, hicimos muchas reuniones, se elaboró un código en el instituto de RTVE sobre cómo informar de violencia de género, de violencia machista... Y lo esencial estaba ahí: teníamos que hacer periodismo y nada más. Hacer periodismo hoy, 25 años después, sigue siendo los mismo: contar con honestidad lo que ocurre, pulir todas las fuentes y si hacemos eso, estaremos haciendo bien. Con la violencia de género, no creo que tengamos que hacer nada en particular.

--Esta semana acude a Zaragoza para participar en las I Jornadas Internacionales Feministas. Intervendrá en dos mesas, una de ellas titulada: Macho Media: Rompiendo el techo de cristal

--En los medios ocurre lo mismo que en el resto de la vida: despachos llenos de hombres y redacciones llenas de mujeres, esa es la realidad. Esta realidad era así cuando empecé a trabajar hace ya 30 años y, por desgracia, sigue. Hay situaciones excepcionales pero, de manera general, es así.

--Casos excepcionales como el suyo: directora y presentadora de Hoy por Hoy

--Eso lo vives siempre con una doble perspectiva. Por un lado es un techo de cristal que se rompe, que se rompió en el 2011, hace muy poco. Nunca antes una mujer había dirigido y presentado en el prime time informativo de la radio. Por otro, con impaciencia, porque tendríamos que ser muchas más y tendría que haber sido antes.

--Y hasta llegar aquí, ¿alguna vez se ha sentido discriminada por ser mujer?

---Hay muchas pequeñas tiranías que vas viendo con el paso del tiempo. En televisión es evidente: la tiranía de la imagen para las mujeres. Yo tenía una hora menos para prepararme mi telediario que el compañero hombre, sencillamente, porque una mujer invierte una hora en maquillaje. A nosotras se nos juzga por el aspecto infinitamente más: las mujeres mayores desaparecen de los programas informativos de las televisiones.

--Además colabora en la asociación Escuela Para Todas, en Camboya. ¿En qué consiste el proyecto?

--Hace mucho tiempo que no hacemos nada juntas y ya lo lamento. Es un proyecto francés que consiste en becar, en dar educación a niñas de Camboya que estarían, de lo contrario, destinadas a trabajar en el campo o a la prostitución. Da mucha satisfacción. Ir allí y comprobarlo es de las experiencias más potentes que he tenido en mi vida y de las más desoladoras, también.

--La exministra de Cultura Carmen Alborch, recientemente fallecida, dijo en su última aparición pública que "el feminismo debería ser declarado Patrimonio de la Humanidad"...

--A parte de compartir lo que dice, la retrata muy bien a ella. Ella sí que era un referente maravilloso de la alegría y del combate (con alegría) por la igualdad. Echaremos mucho de menos a Carmen.