El mes de noviembre está para dejarse bigote. Y para lucirlo por la calle tras un arreglo conveniente en una de las barberías de la ciudad. Esta es la rutina de las personas que año tras año se suman a la iniciativa Movember, cada vez más arraigada en la ciudad. La motivación es solidaria, pues sus promotores buscan concienciar contra el cáncer de próstata y otras enfermedades masculinas. Pero la excusa favorece la fantasía: existen tantos tipos de mostacho que hasta se organiza un concurso para premiar el mejor.

Eduardo García es uno de los responsables de las barberías Voga e impulsor de la iniciativa en la ciudad. Luce un bigote fino con mosca que le da un aire de espadachín, al menos durante estos treinta días. El resto del año lo suyo es la barba poblada. «Estos días es fácil establecer una gran complicidad con el resto de participantes», indica.

A punto de perfilar su mostacho está el profesor de inglés y trabajador en la cervecería Gallager, Jason Morris, posiblemente fue uno de los primeros vecinos de Zaragoza en sumarse a la causa Movember. Hace nueve años viendo un partido de rugby australiano se fijó en un pequeño detalle. «¿Y esos ridículos bigotes que llevan los jugadores? ¿No es un poco raro?», se preguntó. Porque una de las premisas de la convocatoria es dejar crecer el mostacho desde el primer día del mes. Nada de hacer trampas. Desde ese momento invitó a sus amigos a sumarse a la iniciativa.

La concienciación social y la lucha contra el estigma de algunas enfermedades masculinas son el telón de fondo de esta iniciativa. «Es muy importante hablar de estas cosas», afirma Morris. Señala que ante problemas como el cáncer de mama se ha avanzado enormemente favoreciendo las revisiones periódicas con naturalidad. Algo que todavía no pasa con el cáncer de próstata o de testículos.

«Cuando nos preguntan por el bigote es más fácil abordar según que asuntos», explica. «Buscamos que el bigote sea la mecha que provoque conversaciones que hasta ahora eran un tabú», manifiesta García. Además explican que los últimos estudios avalan que el tratamiento temprano evita gran parte de las complicaciones. «Si se pierde la vergüenza es más fácil acudir al médico», señalan.

Aunque este año no está previsto, en otras convocatorias los barberos de la ciudad han trasladado sus sillones al pub Gallager para celebrar quedadas solidarias y afeitar rostros.

Las mujeres también están invitadas a participar en este movimiento. Dejar crecer el bozo es lo de menos. «Cuando me ven afeitado ya nos preguntan para colaborar con alguna donación», señala García.

Zaragoza, gracias a todo este movimiento, ya ocupa un lugar significativo en la clasificación que al final de mes ordena las donaciones logradas. El objetivo es alcanzar alguno de los cinco primeros puestos en próximas ediciones. En Voga, por ejemplo, durante todo el mes donan a la causa los beneficios que obtienen por los afeitados y los arreglos de barbas. «Son todo un ritual», precisa García armado con la navaja y la espuma. En la cervecería Gallager optan por donar lo recaudado en propinas durante estas semanas.

Es complicado saber cuánta gente estará dejándose bigote en Zaragoza en estos momentos. Son varias la barberías implicadas en el movimiento. Y además grupos de amigos y equipos deportivos se animan mutuamente.

En el pasado partido del Real Zaragoza se pudo ver a Javi Ros luciendo una pelusilla incipiente que delataba su participación en el Movember. El tipo de bigote más demandado es del tipo camionero o de herradura recorriendo toda la barbilla. Aunque, según explican en Voga, estaría bien fijarse en el tipo de pelo y en la forma del labio antes de decantarse por un tipo de mostacho concreto. Sobre todo para evitar comentarios hirientes a sus espaldas. Opciones existen muchas dependiendo del atrevimiento: pirámide, lápiz, revolucionario, inglés...

Ya con los bigotes en todo su esplendor el objetivo es celebrar una fiesta final. El local que la acoge suele ser la sala López (con mostacho incorporado en su logotipo), pero aún no se ha concretado. La reunión acaba con la elección del mejor bigotudo de la ciudad. «Lo cierto es que no recuerdo de qué estilo era el último ganador, porque a según que horas ya se sabe...», bromea García. Habrá que ver qué moda se impone en esta ocasión.