La Asociación de Afectados por el Amianto en Aragón, A4, fue presentada ayer en sociedad en el centro cívico Teodoro Sánchez Punter del barrio zaragozano de San José, al que acudieron alrededor de un centenar de interesados por poner fin a la «conspiración del silencio» que reina sobre las muertes que ha causado el asbesto entre los trabajadores que lo han manipulado.

Unas 40.000 en España, se calcula, y otras tantas que se producirán, según recordó el secretario general de CGT Aragón, César Yagües. El sindicalista llevó la voz cantante en la presentación de una asociación en la que, sin embargo, pretenden dar «un paso atrás» para que el protagonismo en la lucha contra el «genocidio contra la clase trabajadora y la sociedad» que ha causado y causa el amianto lo lleven sus víctimas. La asociación nació con tres integrantes pero después de ayer, ya ha comenzado a engrosar sus filas.

Al frente de A4 está, como presidenta, la abogada Susana Tirado, quien consiguió la primera sentencia que reconocía que la muerte de un trabajador de General Motors -su tío- fue una enfermedad laboral derivada de la exposición al amianto en la planta de Figueruelas.

La compañía se resistió a asumir responsabilidades, un problema frecuente que forma parte de la citada «conspiración». Y que no es solo propio de empresas sino de administraciones públicas, como fueron exponiendo los distintos afectados y responsables sindicales que desfilaron ayer por la mañana por el escenario. De ahí que uno de los objetivos de la asociación sea la asesoría jurídica a los afectados.

Como recordaron los responsables de la asociación ayer, el amianto es un material que se conoce desde la antigüedad, y cuyo uso se popularizó, por su resistencia y versatilidad, desde la revolución industrial. En España, sobre todo en los años 70 y 80.

Lo que no se sabía entonces es que sus fibras, al cortarlo o manipularlo, se separaban hasta nivel microscópico y se colaban en el sistema respiratorio para causar, décadas después (entre 20 y 40 años), diversas enfermedades mortales. Por ahora se han asociado a él la asbestosis, el cáncer de pulmón, el mesotelioma maligno (cáncer de pleura, el recubrimiento del pulmón) o cáncer de laringe. Pese a que se fueron conociendo sus efectos cancerígenos hace años, no se prohibió en España hasta el 2002 y sigue presente en muchos ámbitos.