Como casi siempre sucede con la muerte, se nos ha ido Chesús Bernal, buen amigo y mejor persona y cuando uno, mal informado, creyó que estaba a salvo de la enfermedad que acabó con su existencia terrena.

Fuimos buenos amigos y nunca nos separaron las incidencias políticas. Hablamos por última vez hace algún tiempo y me dio la alegría de saber que se había incorporado a la cátedra de Filología Francesa de la Facultad de Letras de la Universidad de Zaragoza. Quedamos en vernos pero no nos vimos y eso siempre lo lamenta el que se queda.

Descanse en paz un hombre bueno y cabal como siempre fue, a mi juicio, Chesús. Reunía para ser político la primera y principal característica: ser persona responsable algo tan distinto de ser una mera personalidad. Ser persona depende principalmente, de cada uno; ser personalidad es cosa distinta sin que por ello la perdamos de vista sobre todo cuando la personalidad es una justa prolongación externa de la persona que cada cual sea. Pero esto último (ser persona) es lo que más importa.

Es verdad que todos podemos caer en la tentación de ser dos o hasta tres personas distintas pero semejante pretensión siendo frecuente, es una palinodia, una retractación de algo de lo que habíamos dicho que éramos o que desearíamos llegar a ser.

Chesús y yo compartimos alguna vez sin llegar a nada, el sueño de hacer de dos un solo partido aragonés. Ortega ya dejó dicho que «derechas e izquierdas eran unos fantasmas del pasado» (El Sol, 18 de marzo de 1925). Tenía razón pero no todos piensan lo mismo; así somos.

En horas como estas conviene reflexionar en que la política, como la mayoría de las actividades humanas, o tienden a hacernos más anejos los unos a los otros o perderemos el tiempo.

Querido Chesús: un abrazo muy fuerte y que Dios ayude a Elena a ser la gran persona que lleva dentro, con otro abrazo de familia a familia.

* Expresidente de Aragón