Querer reciclar un viejo termómetro de mercurio roto es una misión imposible para el ciudadano. Actualmente no existe un lugar físico al que llevar este elemento tóxico y peligroso, que no se recoge en farmacias ni tampoco en los puntos limpios. En grandes cantidades o procedente de empresas sí existen entidades especializadas en su recogida, pero para su gestión cotidiana localizar el lugar de desecho es una odisea y hay un vacío legal en cuanto a su depósito y tratamiento.

Socialmente existe un gran desconocimiento sobre este metal líquido y volátil a temperatura ambiente que debe ser tratado con gran precaución. El lugar indicado para su reciclaje, a priori, son los puntos limpios. Así lo reseña también la organización ambiental Ecoembes. Sin embargo, desde el Ayuntamiento de Zaragoza precisan que el mercurio es un «residuo peligroso» y, como tal, no se admite. Por su parte, fuentes de la DGA indicaron que el mercurio es «un residuo doméstico» y, por lo tanto, sí debe ir a los puntos limpios municipales.

Ante las dudas y el vacío administrativo que existe, el ciudadano tiende a dejar el mercurio en lugares inapropiados con la contaminación que eso conlleva y el peligro que podría suponer para los operarios de las plantas de reciclaje.

El enigma de dónde llevar este residuo está cerca de resolverse. Fuentes del consistorio zaragozano confirmaron a este diario que, hace unas semanas, se solicitó al Instituto Aragonés de Gestión Ambiental (Inaga) la petición para iniciar la tramitación que permita depositar el mercurio en los puntos limpios móviles. El listado puede consultarse en la página del ayuntamiento.

Ardua tramitación

«En un plazo de tres meses confíamos en tener resuelta toda la parte de expedientes administrativos y poder ya recoger este material», señalaron.

En este sentido explicaron que, al tratarse de un residuo peligroso, su recogida conlleva también la puesta en marcha de un sistema de recibimiento, transporte y almacenaje para, en última instancia, reciclarse. «Es algo complejo y el objetivo es cerrar un ciclo de economía circular. Vamos evolucionando poco a poco y al Inaga también se le ha pedido permiso para otros residuos que, actualmente, tampoco se están recogiendo en ningún lado», añadieron.

Precaución

Los termómetros de mercurio no se comercializan desde el 2009, pero son muchas las personas que en casa disponen de ellos para medir la fiebre. Si se rompe uno de ellos lo prioritario es no inhalarlo y abrir las ventanas si se está en un lugar cerrado. Tampoco se debe tocar, aunque Martín Resano, catedrático e investigador del Departamento de Química Analítica de la Universidad de Zaragoza, precisó que «no pasa absolutamente» por el contacto con la piel. «Otra cosa es que se evapore, más con este calor. En este caso es muy peligroso y neurotóxico, afectando al cerebro y al sistema nervioso», dijo.

«No tiene un rol biológico favorable y, una vez contaminado, es muy difícil desprenderse de él», añadió Resano. El investigador trabaja ahora en su proyecto Dried Blood Spots, que desarrolla nuevos procedimientos de análisis clínicos mínimamente invasivos donde se evita el uso del mercurio. Dado que se trata de un metal líquido «muy volátil», en cuanto pasa al aire se va bioacumulando y los propios investigadores utilizan otros materiales alternativos si es posible. «Tratamos de evitar el mercurio siempre que podemos», señaló.