Entramos en agosto con la toma de posesión del presidente de Aragón y de su Gobierno. Lo que no tenemos nada claro es para qué. Y no lo tenemos claro porque Javier Lambán y sus consejeros prometieron sus cargos sobre el antecedente de un inverosímil pacto de cuatro partidos con un documento de bases que tiene más de catecismo político que de programa de gobierno.

La primera característica que apreciamos en esta nueva etapa es la lentitud. Si pactar un documento a modo de simple exposición, ni siquiera de declaración de intenciones, ha costado 69 días, no queremos ni imaginarnos cuánto tiempo le costará al actual Ejecutivo adoptar decisiones cuando tenga que hacerlo sin ofender a nadie. Se lo están tomando con mucha calma los socialistas.

Analizados los nombramientos, desde el Partido Popular vemos el Gobierno Lambán como esos negocios en los que todos los interesados van a sacar tajada. Como venimos diciendo con argumentos, nada en esta alianza ha sido «gratis» o «por Aragón». El PAR tiene consejería, Podemos tiene consejería, CHA también tiene una consejería y a los de Izquierda Unida pronto los veremos colocados en una dirección general u organismo público. Después de este reparto, ¿quedará algo para los aragoneses?

Me permitirán que lo ponga en duda, porque si algo queda para los aragoneses en manos de un gobierno continuista serán los problemas no resueltos en la anterior legislatura. Habrá estudiantes y profesores que seguirán desarrollando su jornada escolar en barracones, enfermos padeciendo las listas de espera, grandes dependientes que seguirán viendo pasar los meses sin prestación, carreteras llenas de baches... Y todo ello en un marco de fuerte desequilibrio fiscal, con aumentos de la deuda pública y de descontrol en el déficit.

Pero también nos preocupan las contradicciones de este Gobierno popurrí. Un Gobierno en el que cohabitarán sensibilidades irreconciliables. Sentados en la mesa de consejo tendremos por ejemplo a un PAR que defiende, o defendía, mantener abierta la central térmica de Andorra mientras PSOE, Podemos, CHA e IU afirman que hay que cerrarla. Un PAR que además ha respaldado modelos de concertación en educación o en sanidad que son rechazados por sus nuevos socios de Gobierno. Y estos solo son algunos ejemplos de contradicciones, iremos viendo más choques ideológicos a lo largo de la legislatura: en política hidráulica, en agricultura y regadíos, en depuración...

Del Gobierno social, verde y digital que promete Lambán nos bastaría con que fuera un Gobierno respetuoso, libre y serio. Venimos de una legislatura crispada, con un Gobierno en minoría del PSOE que muchas veces se defendía atacando. Con los cambios desearíamos al menos que hubiera un Gobierno dialogante en carteras básicas como Presidencia o Educación, donde es imperativa la necesidad de un gran pacto. También un Gobierno que no juegue con los aragoneses y que se comprometa a finalizar los hospitales de Teruel y Alcañiz antes de que termine la legislatura. Y un Ejecutivo que tenga claro qué hacer en la lucha contra la despoblación y para mejorar la vertebración del territorio, o que sea capaz de presupuestar lo necesario para desplegar el Pacto por la Ciencia que nació en precario estos años atrás.

Desde el Partido Popular vamos a jugar el papel que nos corresponde como principal grupo de la oposición. Vamos a controlar a los consejeros, a reclamar en cuanto sea posible su comparecencia en las Cortes para saber qué piensan hacer y para averiguar si la transversalidad y la centralidad que anunció el PSOE son verdaderas o si por el contrario, como nos tememos, iniciamos una etapa de cuatro minigobiernos (PSOE, Podemos, PAR y CHA) en uno ficticio.

También queremos saber cómo piensa afrontar el Gobierno la elaboración de los presupuestos para el año que viene. El 30 de septiembre el Ejecutivo de Lambán debería tener aprobado y presentado en las Cortes el proyecto legislativo para 2020. No podemos permitirnos prorrogar de nuevo las cuentas, porque los efectos nocivos de carecer de las cuentas generales de la comunidad autónoma están ahí, en términos de desempleo y de desaceleración. A este respecto, nos preocupa sobremanera la situación que va a crearse en las cuencas mineras con el cierre de la central térmica de Andorra. ¿Qué va a pasar con esos miles de aragoneses que van a perder su empleo?

En el Partido Popular abogamos por la oposición constructiva, pero vista la tramoya de un pacto antinatural, donde los únicos beneficiarios son los firmantes, tenemos claro que no vamos a suplir las carencias del actual Gobierno, que las tiene y muchas, cuando no sepan ponerse de acuerdo. El Partido Popular no va a ser el remedio a la inconsistencia del Gobierno Lambán. Si en algún tema quieren el apoyo del Partido Popular deberá ser desde una postura unánime del Ejecutivo, no de cada una de las partes que lo soporta. Hay que ser serios desde el principio y establecer unas reglas de juego claras. Estas son las nuestras.