Aragón ha sufrido desde que empezó el año 338 incendios forestales que han quemado 1.252 hectáreas, unas cifras que se sitúan algo por debajo del promedio histórico en lo que va de siglo y ello pese a que este verano ha resultado extremadamente caluroso. Entre el 2001 y el 2018 la media ha sido de 365 incendios con un balance de 3.164 hectáreas.

Así resumieron ayer la situación el director general de Medio Natural, Diego Bayona, y el jefe de servicio de Gestión de Incendios, Marco Lorenzo, en una rueda de prensa en la que calificaron el actual ejercicio de «buen año».

«Las circunstancias hacían temer que no fuera un balance tan bueno como finalmente ha sido», subrayó Bayona, que señaló que la mayoría de los incendios más devastadores, en particular el de Perdiguera, que destruyó 600 hectáreas, coincidieron con las olas de calor registradas este verano.

Con todo, Bayona advirtió de que «no se debe bajar la guardia, pues no se descarta que pueda haber riesgo en lo que queda de año». A ello hay que añadir el peligro que suponen la escasez de lluvias y el cambio climático, explicó. Hasta el punto de que pueden producirse nuevos episodios de aquí a que acabe el 2019 e incluso en los meses invernales, avisó, dada la extrema sequedad de números masas forestales en las partes más vulnerables de la comunidad.

MUCHOS CONATOS / El responsable de Medio Natural destacó «el gran número de incendios que no pasan de simples conatos», exactamente 264, el 78% del total. Atribuyó esta situación al «gran dispositivo de lucha contra el fuego, que los ataja antes de que vayan a más».

Marco Lorenzo incidió en que esta temporada «un pequeño número de incendios son los que han quemado superficies más extensas», como ocurrió en los siniestros de Villanueva de Huerva (80 hectáreas), Castejón de Alarba (70 hectáreas) y Graus (60 hectáreas), situados por detrás del de Perdiguera en cuanto a daños.

Bayona manifestó que la voluntad de su departamento, «a medio plazo», es extender a los 12 meses del año el dispositivo de prevención de incendios, como vienen reclamando hace años los sindicatos de los trabajadores forestales del Gobierno de Aragón. Asimismo, indicó que otro objetivo de la actual legislatura es «modernizar» los equipos antiincendios.

Lorenzo se extendió sobre el incendio que afectó el 23 de julio a los términos de Perdiguera y Leciñena, en la vertiente sur de la sierra de Alcubierre. El siniestro, que se atribuyó en principio a un vehículo de tipo buggy, calcinó la mitad de las hectáreas arboladas que han ardido este año. Se trata, dijo, de una zona «con alto riesgo de incendio» para la que ya existe un plan específico de defensa aprobado inicialmente y a la espera del vistobueno definitivo.

Indicó que el incendio se vio favorecido por las altas temperaturas y el bochorno, pero que, al mismo tiempo, no se extendió más de lo que hubiera sido posible debido a la existencia de un mosaico de tierras de cultivo entre los pinares y al hecho de que no sopló el cierzo. Asimismo, Lorenzo destacó el papel desempeñado por los medios desplazados y la ayuda de los agricultores de la zona, que labraron los campos y protegieron las inmediaciones de los pueblos.

Los dos responsables destacaron la importante labor didáctica desarrollada entre los escolares y los agricultores sobre las normas de prevención de incendios. En particular, incidieron en la necesidad de que las labores agrícolas no se desarrollen en los momentos del día en que existe mayor riesgo de incendio.