El crimen de Reyes en el que falleció el joven dominicano Ariel Carrasco se dividió en dos piezas judiciales, debido a que los supuestos autores del asesinato estaban en paradero desconocido. Ello permitió sentar en el banquillo a tres personas -Melvin Oviedo, hermanastro de la víctima; Ramón Henríquez Guzmán, tío del fallecido y Juan Evangelista Leonardo Díaz- como responsables del pase de cocaína que originó el derramamiento de sangre un 5 de enero en la calle Navas de Tolosa de la capital aragonesa. Fueron condenados a penas de entre tres y cuatro años y medio de cárcel, respectivamente.

Según los hechos que los magistrados de la Audiencia de Zaragoza dieron por probados en su sentencia, en marzo del 2016, que Ramón Henríquez propuso a sus sobrinos una venta de cocaína, para la que contactaron con unos compradores de Bilbao a través de Juan Leonardo, camarero de un bar cercano. En él mantuvieron una reunión preparatoria («una larga comida de trabajo», dice la sentencia) con los compradores, que cristalizó en un primer intento de compra en casa de Melvin y Ariel.

Como no les gustó la calidad, los compradores concertaron otra cita, el 5 de enero, a la que asistieron los hermanastros Melvin y Ariel y su tío. Este bajó a por amoniaco, para comprobar la calidad de los 547 gramos de cocaína (que Ariel compró en Barcelona), y mientras los compradores trataron de llevarse la droga a punta de pistola. Los hermanos se encararon con ellos y se produjo el tiroteo en el que Ariel fue asesinado.

Un año más tarde fue juzgado otra de las personas del caso que estaban en paradero desconocido, Wilson Rhadames Peña Rodríguez. Este dominicano fue contratado como chófer por los autores del crimen. Admitió ante los magistrados cuatro años y nueve meses de prisión que conmutó con la expulsión del país, tras admitir que detrás de este homicidio hubo un vuelco de droga, que en el argot delincuencial significa el hurto de estupefacientes entre narcotraficantes. No fue condenado como autor de un delito de asesinato porque el tribunal entendió que él no fue conocedor del crimen.