Entre pinos talados y a media hora a pie del único camino cercano transitable solo con un vehículo 4x4. Así ha descubierto la Policía Nacional la mayor plantación de marihuana intervenidas hasta la fecha en Aragón. En concreto, en una zona entre Murillo de Gállego y Agüero, pertenecientes a las provincias de Zaragoza y Huesca. Como consecuencia de la operación, denominada Copito, seis ciudadanos albaneses han sido arrestados y 3.5 toneladas de cannabis aprehendidas.

Una importante cantidad de marihuana que se suma a otras dos operaciones policiales de esta semana. El miércoles, la Udyco de la Jefatura Superior de Policía de Aragón arrestaba a seis personas y decomisaba 7 kilos de speed en la capital aragonesa, y ayer la Guardia Civil hacía público la operación Marwone que permitió arrestar a siete personas e incautar 4.500 kilos de hachís, de los que 1.650 iban transportados en el interior de una furgoneta que circulaba a la altura de Gallur. Iba camino de Francia, lugar de destino de toda la droga de esta organización criminal con sede en la Costa del Sol.

La investigación llevada a cabo entre Murillo y Agüero se inició a finales del mes de abril, después de una serie de robos cometidos en distintos bares y gasolineras de la provincia en los que se había utilizado una técnica muy similar. Los autores, tras violentar los accesos del establecimiento, sustraían del interior la máquina de tabaco completa, que era transportada en un carretillo y forzada en algún camino o campo cercano.

De las pesquisas llevadas a cabo, la Policía pudo averiguar que los robos eran realizados por un grupo organizado de origen albanés, y que los mismos eran los responsables de diez robos cometidos en Huesca, Sariñena y Nueno. Gracias al arresto de varios de ellos, los agentes pudieron tirar del hilo y dar con las más de 16.000 plantas escondidas en dicha zona boscosa.

Los integrantes del grupo habían talado grandes superficies de pinares aprovechando al máximo el terreno para cultivar la marihuana y habían alterado los barrancos para poder almacenar agua, que posteriormente era conducida hasta las plantaciones con mangueras, movidas con bombas de agua alimentadas por generadores de energía eléctrica.

Los miembros de la organización eran destinados a las plantaciones por largos periodos de tiempo para mantenerlas continuamente vigiladas, según fuentes policiales que añaden que eran reclutados para hacerse cargo del cultivo, mantenimiento y recolección de las plantaciones.

CAMPAMENTO BASE

Los arrestados habían levantado campamentos con todo lo necesario para permanecer estas largas estancias, proveyéndose de gran cantidad de víveres no perecederos e incluso fabricando su propio horno de piedra. De esta forma, además, aseguraban una vigilancia continua de las plantaciones, al haber instalado los refugios junto a las plantaciones que cuidaban. Esta custodia permanente y activa, unida al perfecto conocimiento del bosque en el que vivían, dificultó enormemente la investigación sobre el terreno, señalan desde la Policía Nacional.

Era tal su deber de proteger la plantación, que los arrestados usaron los troncos talados de los pinos para cercar la zona y evitar que animales entraran y provocaran daños, según estas mismas fuentes. También los usaban para hacer el fuego con el que se calentaban en los días más fríos.

La dificultad del terreno, al que no se podía acceder con vehículos, exigió un dispositivo conformado por 70 agentes para poder desmantelar la plantación y trasladar las plantas incautadas hasta el único punto al que podían acceder los vehículos policiales de tipo todoterreno.