La travesía central del Pirineo desapareció definitivamente del mapa de prioridades europea en marzo del 2012. En esa ocasión, los ministros de transporte de los 27 tumbaron la defensa pública del proyecto que debería discurrir por Aragón de la red básica en favor del corredor ferroviario atlántico y el mediterráneo. En ese momento su situación ya era agónica, pues solo unos meses antes, en el 2011, ya había sido excluido de los planes de financiación de Bruselas.

Con la puerta a la TCP definitivamente cerrada, la entonces presidenta del Gobierno de Aragón, Luisa Fernanda Rudi, y su consejero de Transportes, Roberto Bermúdez de Castro, votaron en contra de aquellos mapas de transporte en el Comité de las Regiones reunido en Bruselas en mayo del 2012. El también llamado Eje 16 quedaba relegado a las promesas nunca concretadas hasta el punto de que nunca se llegó a decidir cuál sería el trazado más adecuado para atravesar la cordillera.

El rechazo oficial se basó principalmente en motivos presupuestarios, pero bastantes entidades críticas con la TCP ya habían alertado de que su puesta en marcha podría suponer un importante perjuicio medioambiental para el Pirineo. Además, destacaron que las cifras del transporte ferroviario de mercancías no hacen necesario un nuevo paso que se sume a los de Irún, Portbou y Perthus.

En la actualidad, la Coordinadora por la Reapertura del Ferrocarril Canfranc-Olorón (Crefco), mantiene su rechazo a esta iniciativa por considerarla desproporcionada. «No hay suficientes trenes para un nuevo paso de alta capacidad», defienden.

OBRAS MODESTAS

Alegan que de los casi cien millones de toneladas de mercancías que cruzan la frontera hispano francesa cada año solo unos tres millones lo hacen en trenes de mercancías. Y explican que los pasos que ya funcionan en Cataluña y Euskadi están por debajo de su capacidad.

Por este motivo proponen que todas las fuerzas económicas, sociales y políticas aragonesas se unan alrededor de la reapertura del Canfranc, ya que supondría tener un paso directo a Francia suficiente para las necesidades de las empresas aragonesas, que hasta ahora se ven obligada a dar un rodeo si optan por el tren para llevar sus mercancías. «A veces las promesas de grandes obras solo sirven para frenar el desarrollo de infraestructuras mucho más modestas, pero necesarias», alertan.

Desde Crefco recuerdan que tanto Aragón como Aquitania están trabajando de forma unitaria en esa reapertura, por lo que piden no interferir con estudios que pueden ser contradictorios. Sin embargo, pese a que el proyecto lleva olvidado desde el 2012, en ocasiones algunas formaciones políticas reivindican su recuperación, sobre todo para asegurar un paso fronterizo con Francia libre de tensiones territoriales.