Escritora zaragozana. Una de las más leídas en infantil y juvenil. Dejó su trabajo como editora por su pasión, que le ha llevado a vivir con una ardilla llamada Rasi y hasta mezclar ‘Croquetas y wasap’. Acaba de cocinar ‘Monsterchef’ una divertidísima novela que mezcla humor y recetas terroríficas.

--Mocos de dragón y patatas quejumbrosas… ¡Espero que no todas sus recetas de Navidad sean así!

Por fortuna para mí, en Navidad ejerzo de hija y las recetas son de mi madre, una auténtica monstrua de la cocina a quien, por cierto, dedico ‘Monsterchef’.

--Monsterchef, su propuesta infantil para esta Navidad, tiene también muchos ingredientes para los niños. Incluyendo muchos monstruos y mucho humor.

¡No lo puedo evitar! Me gusta el canal de comunicación que abre la risa, especialmente con los niños. Y respecto a los monstruos, los he creado con mucho amor. Creo que una de las cosas más bonitas de Monsterchef es la relación entre los personajes. Al final eso es lo que nos hace seguir (o no) una historia (o un concurso): emocionarte con los logros de los personajes queridos, sufrir con sus contratiempos, seguir su evolución... Leer novelas es el mejor entrenamiento de la empatía del mundo.

--¿Cómo nació este libro?

La idea de Monsterchef, un concurso de cocina para monstruos, nace de mis queridas editoras de RBA. ¿A que es genial? Fue un lujo que nos propusieran a Tetra, la ilustradora, y a mí darle vida.

--¿Es usted buena cocinera o solo cocina libros?

Yo era una cocinera regulera. A menudo me salían platos repugnantes. Pero en el Monstruoso Mundo, que es donde sucede Monsterchef, cuanto más asqueroso, más delicioso, ¡así que estaba preparadísima para este reto! Lo que pasa es que todo me parece poco y para escribir el libro, recibí clases de cocina, probé un montón de recetas y ahora he mejorado muchísimo. En mi casa están encantados con este libro y sus consecuencias.

--Entre sus personajes hay algunos como el Niño Lobo Manolo que es celiaco y vegetariano….

Y una momia hiperactiva, y una bruja verde, miope y listísima... Si algo enseña Monsterchef es que todos somos diferentes, que ser «normal» o «monstruoso» es cuestión de perspectiva y que convivir con la diferencia es más divertido y emocionante.

--¿Usted seguía Masterchef? ¡Le he oído confesar que Begoña Oro era seguidora de Tamara Falcó!

Soy seguidora de Masterchef. ¡Y sí, fan de Tamara Falcó! Para empezar, tiene un árbol genealógico con una carga narrativa que ríete tú del de la familia Buendía. Pero es que además, como personaje, es coherente pero imprevisible, exótico pero tierno... De la edición actual de Monsterchef Junior, me fascina, como personaje, Albert. Pero lo que me tiene loca es el parecido físico del protagonista de Monsterchef, Coco, con el concursante Leo. Por pura casualidad, ¡son iguales!

--Begoña Oro tiene unas cuantas proezas como escritora. Para empezar, es la creadora de Rasi, el prota de la pandilla de La Ardilla, que es un animal que la mitad de los padres de este país se han llevado a casa. ¡Cuando le he dicho a mis hijos que le hacía la entrevista a la “creadora” de Rasi me han mirado como si hubiera pillado por banda a los Rolling Stones!

Jajaja, ¡besos a tus hijos! Y besos a todos los niños y niñas que han empezado a leer con la ardilla Rasi. La verdad es que son muchos y me emociona descubrir el vínculo afectivo tan grande que tienen con ella. Es casi un miembro más de la familia, de la clase. Son los lectores quienes han hecho de Rasi un personaje tan grande, de esos que recordar con cariño cuando ya sean mayores.

--Pero por el camino están Misterios a Domicilio, Pomelo y Limón, Nico… Es usted una de las más leídas de este país.

Una de las cosas que más feliz me hace es encontrar a lectores que han crecido con mis cuentos. Igual aprenden las letras con ‘Día a día, letra a letra’, o ahora con los Letricuentos, arrancan a leer con ‘La pandilla de la ardilla’, se enganchan a ‘Misterios a domicilio’, en Secundaria leen ‘Croquetas y waspas’... Me caen tan bien mis lectores que me resisto a abandonarlos. Decía Gloria Fuertes: “Quisiera conocer casas, / meterme en los hogares, / penetrar en los pisos / donde tengan un libro mío, / besaros las manos / y hablar con todos los que me habéis leído.” Pues yo igual. Y además, añadiría «quisiera quedarme ahí para veros crecer».

--¿Es cierto que usted se cogió una excedencia para dar rienda a su pasión por escribir? ¿Cómo es esa historia? (tengo incluso una duda, porque he oído una referencia ahí a Luis del Val y no sé qué tiene que ver en esto)

Es cierto. Trabajaba como editora en SM y pedí una excedencia para escribir. Recuerdo que se lo dije a mi padre un 23 de abril, el año en que le dieron el premio Aragón. A mi padre no le pareció muy buena aquella idea de dejar un trabajo fijo para dedicarme a algo tan inestable y, en el cóctel posterior a la entrega del premio, me llevó ante Luis del Val, que era el escritor que andaba más cerca, para que me contara lo difícil / imposible que era dedicarse a eso de la escritura. Para que me quitara la idea de la cabeza, vaya. Como ves, no tuvo mucho éxito. Yo, por mi parte, he hecho lo posible para que mi padre deje de preocuparse por mi futuro. Y en eso sí he tenido bastante éxito.

--Pero, en casa, más que de letras son de ciencias… Su padre es un reconocidísimo científico aragonés, Luis Oro.

Así es, un investigador de primera. Lo más de lo más en catálisis homogénea, que no me preguntes qué es. Pero la investigación científica es también creatividad y curiosidad, que es algo que nos han inculcado siempre en casa. Creo que ahí nos encontramos, mi padre y yo, ciencias y letras: en el empeño de crear y el deseo de saber.

--Últimamente, ha ganado otros cuantos premios por otro libro que también tiene que ver con otro científico: Alberto Jiménez Schuhmacher. Es más juvenil.

Sí. ‘Tú tan cáncer y yo tan virgo’ habla del cáncer, y habría sido imposible hacerlo con el debido rigor sin Alberto, que lleva años en los mejores centros de investigación de oncología. Dicen quienes lo leen, jóvenes y no tan jóvenes, que es un libro que hace llorar y reír. Yo solo sé que pusimos en él todo el cuidado, el esfuerzo, el cariño y el tiento. Quisimos que fuera luz.

--¿Y no le da más por la literatura para adultos?

¡No me da la vida! Si tengo que elegir, escribo para niños. Pero no descarto escribir para adultos. En contra de lo que parece, es mucho más fácil.

--A usted le gusta transmitir mucho la pasión por la literatura. Lo hace con su hijo, lo hace en colegios…

¡Es que me gusta tanto! ¡Me daría tanta pena que se lo perdieran! En los libros está todo y hay libros de todo tipo. Es imposible que no te guste leer. Solo tienes que dar con esos libros donde te encuentras, esos que parecen escritos para ti.

--Y qué consejo daría a los padres de esos niños que no hay manera de que cojan un libro.

Que no cejen, que busquen en bibliotecas y librerías ese libro-llave que les hará lectores, que les acompañen (leemos a los niños cuando aún no saben leer pero luego los abandonamos), que creen momentos de lectura familiar (momentos placenteros, no de castigo), que partan de los intereses de sus niños (fútbol, dinosaurios, YouTube...), que prueben con cómics, con libros informativos bonitos, ¡que prueben con Monsterchef!

--¿Qué le ha pedido a los Reyes este año?

Libros: uno infantil, uno de poesía y uno que me vuele la cabeza.

--Y… ¿Ha sido buena?

¡Buenísima!