Verdad. Benevolencia. Tolerancia. Tres conceptos fundamentales para una mañana de domingo. Al menos, para una mañana de domingo en el parque José Antonio Labordeta de Zaragoza. Estas palabras están escritas con caracteres orientales en las pancartas y folletos que reparten los seguidores de la práctica tradicional Falun Dafa. Son su mantra. Hablan de «auto-cultivación del cuerpo y la mente». Casi nada.

Da igual que sean días fríos, ventosos o lluviosos. Es raro el domingo en el que al menos una pareja de aficionados a esta técnica de meditación no instala sus bártulos en la avenida de los Beraneses. Si el día es desapacible se meten debajo de la pérgola del quiosco. La severa mirada de Alfonso I El Batallador, con su espadón en ristre, parece controlar que nada se desmadre.

Un pequeño altavoz, los folletos informativos, y el convencimiento de que practicar su danza al aire libre es una experiencia liberadora. «Al principio te da un poco de apuro el qué dirán, pero las experiencias de meditación en público son habituales en muchos lugares», destaca Jorge Gimeno. Se dedica a la industria, llevando una grúa. Ocupación que contrasta con su aspecto y su tono de voz: sereno y reposado

La música de tímbre oriental suena monótona. Los cuatro prácticantes visten con sudaderas vistoas amarillas y azules. Alegan que repitiendo los movimientos que marca el Falun Dafa se siente una enorme tranquilidad. Que se olvidan de lo que sucede a su alrededor, así que lo de menos es que les miren, o que cuchicheen, o que les señalen. Burlas no han sufrido muchas. «Estamos haciendo los ejercicios y no te preocupas por ninguna otra cosa», manifiesta.

El Falun Dafa lleva la etiqueta de práctica milenaria. Destacan que en China sufren una persecución por parte de los poderes públicos. El choche cultural, la mente por un lado, el cuerpo por el otro. Gimeno se enteró de esta práctica hace casi diez años, tras una actividad en la Feria de Muestras. Dice que antes era totalmente escéptico ante este tipo de pensamiento mágico. Pero que la práctica al aire libre le convenció. Y le enganchó hasta el punto de que se ha convertido en el coordinador de zona de la actividad. O asistente, como prefieren decir.

Verdad. Benevolencia. Tolerancia. Los aficionados a la disciplina explican que, de forma paralela a la práctica de la meditación, han descubierto los encantos del Parque Grande. Ahora acuden más veces a pasear o a organizar otro tipo de encuentros. Entre los beneficios que supuestamente aporta el Falun Dafa está el alivio de la tensión y la ansiedad, el aumento de la energía y la vitalidad o el desarrollo espiritual. Y quieren alejar cualquier sospecha que puedan relacionarlos con algo oscuro. «Es completamente limpio», mencionan.