Pasan de las cuatro de la tarde, un día cualquiera de esta ya larga cuarentena, y un grupo de soldados, a las puertas de la comisaría de distrito del zaragozano barrio de Delicias, se bajan del todoterreno y comienzan a sacar calzas, trajes de plástico y bidones, ataviándose como si fueran a entrar a la zona contaminada de Chernóbil. No van a combatir a la radiación, pero sí a un enemigo más sutil, el coronavirus. «¿Os pongo la música de los cazafantasmas?», bromea un mando, en referencia a un vídeo de estos equipos que ha comenzado a circular por las redes. «Ni se te ocurra, lo que faltaba», responden, de buen humor.

Este no se pierde pese a que esta intervención sea la última de una larga lista de la que ha tenido que efectuar este equipo de la Unidad Militar de Emergencias (UME) en Zaragoza durante la jornada. Cientos, contando con las que han venido realizando todos los efectivos de este equipo de especialistas por Aragón y las comunidades limítrofes. El ámbito de actuación del IV Batallón, acuartelado en la Base Aérea de Zaragoza, abarca también País Vasco, Navarra, Rioja y partes de Castilla y León, entre otras zonas.

La UME suele ser la unidad más visible de las Fuerzas Armadas, pues es la que interviene con más frecuencia en emergencias civiles, y en este caso también ha sido la primera en incorporarse al operativo único que, al mando del Ministerio del Interior y el resto de departamentos puestos al frente de la crisis sanitaria, está organizado para toda España.

La cadena de mando es compleja, explica el capitán Bascuas, al frente de este grupo que se dispone a sanear la comisaría, pero en síntesis, «las autoridades locales» son las que acaban decidiendo qué lugares son prioritarios, bien por haberse dado en ellos focos de infección o, más habitualmente, por ser proclives a ellos, bien por ser centros sanitarios o lugares con tránsito que, en definitiva, son estadísticamente probables focos de infección.

Cada día, explica el capitán, unos 150 efectivos se desplazan hasta las distintas zonas en las que han de prestar servicio, bien reconociendo lugares susceptibles de desinfección, bien ejecutándola. Es la tarea que les han encomendado, igual que a otras unidades les tocan otras cosas. «No estamos solo nosotros», incide.

Ciertamente, aunque fueron los primeros en movilizarse, a lo largo de esta semana se han ido activando otras unidades, en Aragón y en toda España, para reforzar operativos de seguridad ciudadana (algo para lo que la UME no ha sido requerida aún, y es probable que no lo sea), como el regimiento de Cazadores de Montaña Galicia 64 de Jaca, de la Brigada Aragón I, el regimiento de Caballería España 11 de Zaragoza o el Escuadrón de Apoyo al Despliegue Aéreo (EADA) de la Base Aérea de la capital aragonesa.

En el caso de la UME, sus efectivos han de seguir un riguroso protocolo de protección, con los trajes, antes de proceder a la limpieza. No tanto por el propio virus como por el producto que utilizan para limpiar las zonas, hipoclorito sódico, básicamente lejía, aplicada en forma de aersol, y muy irritante.

A ojos inexpertos puede parecer relativamente sencillo, pero tiene su ciencia. Tanto es así que, con motivo del despliegue especial por el coronavirus, el grupo especial para riesgos biológicos con el que cuenta la UME en Madrid, el Gietma (Grupo de Intervención en Emergencias Tecnológicas y Medioambientales), se ha «dislocado» en distintos equipos para operar en los batallones repartidos por territorio nacional, de forma que les instruyen, evalúan sus procedimientos y, a la vez, colaboran en las desinfecciones. De hecho, esta de la comisaría zaragozana la están ejecutando ellos.

Mientras duren las órdenes, los efectivos de la UME seguirán desinfectando hospitales, estaciones de tren y autobús o cualquier lugar que las autoridades consideren prioritario. Intentando garantizar el uso seguro a una sociedad cuya vida se ha vuelto del revés. A decir verdad, a ellos también les ha tocado su parte, porque a estas alturas estaría celebrándose el gran ejercicio anual que congrega a todos los batallones, y que este año iba a ser en Canarias. Que por mucho que fuese trabajo, no era mal destino.