Fue el presidente de Aragón, Javier Lambán, quien abrió la puerta al debate al hablar de la posibilidad de que los niños puedan salir a la calle «para desestresar a las familias». El revuelo fue casi inmediato, con mesa abierta, opiniones para todos los gustos, aunque en las recogidas aquí, se verá, predomina la idea de que no es el momento.

Lambán dice que no es lo mismo pasar el confinamiento «en una casa con jardín que en 40 metros cuadrados sin ver la luz del sol», lo que no admite discusión pero abre otro debate, el de las circunstancias. Las hay, bien distintas, crean diferencias. «Las imposiciones son injustas porque cada situación es diferente. Hay niños con hiperactividad en una casa pequeña, por ejemplo, y hay que pensar que debemos cuidar la salud emocional porque la vida sigue girando. Yo veo bien que salgan, que se dé un poco de libertad. Eso sí, con todas las medidas de seguridad», explica el psicopedagogo Juan Antonio Planas.

No lo ve igual Laura, una madre separada con una niña de 4 años, que cree que abrir las puertas podría ser «hasta contraproducente» después de todo el periodo de mentalización. «En las familias estamos muy concienciados y muchos niños están felices de tener la atención que no les podemos dar en una situación normal. Yo vivo en una casa pequeña y no he tenido problemas. Muchos niños lo llevan mejor que sus padres».

Una visión similar tiene Concepción Ibáñez, presidenta de la Federación cristiana de asociaciones de padres y madres de alumnos de Aragón (Fecapa): «Hay situaciones excepcionales, pero en general los niños lo aceptan bien. A día de hoy me parece muy precipitado salir a la calle. Cuando pase el pico, se puede plantear».

Tiene sus dudas Nieves Burón, secretaria técnica de la Federación de asociaciones de padres y madres de alumnos de Aragón, que no se inclina. «Recibimos quejas de familias con niños a los que les resulta difícil estar en casa. Lo tomamos con cautela porque es solo una propuesta, aunque entendemos que hay razones para que se atienda y razones para que no», afirma Burón, que califica la decisión como «complejísima» ya que se cruzan opiniones «muy encontradas» y prefiere que se tome en comunicación con expertos de diferentes sectores: «Nosotros no nos sentimos capaces de dar ni un 'sí, estupendo', ni un 'no, por favor'».

Por aquí vienen media docena de padres con niños de Infantil y Primaria. Van casi todos en la misma línea, casi todos. Carlos cuenta que tiene «a los críos que se suben por las paredes», pero que no es buena idea dejarlos salir a pasear 10 minutos. «Es muy difícil tenerlos controlados para que no se acerquen a otros o toquen cosas que puedan estar contaminadas. En casa hacemos una hora al día de diferentes juegos y con eso, de momento, se conforman».

Bien parecido opina Ramiro, a quien le produce respeto que se permita salir a la calle: «Conociéndonos y viendo lo que se ve con conductas incívicas, sería un gran error. Ya que estamos en confinamiento, hay que hacerlo bien hasta el final para que dure lo menos posible».

Nacho también asegura que lo están llevando «mejor de lo que esperaba» y no ve necesario salir porque «se puede aguantar y el perjuicio sería mucho peor. Incluso en padres separados te puedes organizar de muchas formas para comprar. En el peor de los casos, bajar una vez a la semana a comprar lo imprescindible es lo que menos problema causaría».

«Si ahora relajamos las condiciones, la gente empezará a ser más laxa con las normas y a incumplirlas. Es mejor ser estricto un poquito más de tiempo que relajar las medidas y estar más tiempo confinados», señala Alfonso, con quien coincide Beatriz: «No lo veo bien. ¿Quién lo va a controlar? Lo correcto es lo que estamos haciendo».

Elisa lo ve diferente: «Es necesaria la medida. Los niños necesitan salir a la calle . Es indispensable estirar las piernas, respirar aire puro y tomar el sol para cargar pilas. Si se ha dictaminado que los perros deben salir a la calle, ¿por qué no los niños? Nuestro futuro lo deben construir los niños, no los perros. La sociedad está actuando con responsabilidad y civismo y no debería suponer riesgos para la salud pasear brevemente con un niño».

Por último, Ingrid dice que sus hijos, de 3 y 7 años, lo llevan bien» y hacen tareas variadas. «Puede que les viniera bien, pero no frenaríamos el contagio. No estamos aún concienciados para estar con nuestro hijos sin que nadie esté al lado».